¿Cielo en la tierra?

En la actualidad es muy fácil unir posturas antagónicas y vivir sin distinguir las incongruencias profundamente asimiladas. Todo es veloz, con infinitas propuestas, y nos es difícil dar tiempo a la reflexión porque nos rezagamos, y es imperiosa la necesidad de estar al día, de tener el dato más reciente de los sucesos y, mejor si somos los informadores en nuestro alrededor.

Lógicamente eso lleva a tomar posturas de aquí y allá sin ver las incongruencias, porque además son pocos quienes tienen la serenidad de estudiar y de argumentar con lógica para encaminar al verdadero conocimiento y a la aplicación de esos datos a la recta actividad para fomentar la mejora personal y social.

Además, si tropezamos con algún estudioso, buen maestro, bien intencionado y con capacidad de razonar con claridad y verdad, nos exasperamos por considerarlo monotemático, lento y aburrido. Más o menos es el posible calificativo para una persona dedicada a la enseñanza en la actualidad. Padres o maestros no se salvan.

Todas estas reflexiones vienen al caso después de repasar la influencia del movimiento “woke”. Ya tiene varios años, pero es camaleónico y sigue vigente. Tener presentes algunas maneras de pensar y de actuar de los seguidores woke nos pondrá en guardia para evitar deslumbrarnos y secundarlos.

Divide en buenos y malos. Ellos los buenos los contrarios malos. Esto despierta nuestra infancia, la emoción de acabar con los malos cuando íbamos al cine o nos contaban una historia. Sin reflexionar deseamos acabar con los malos y entonces, sin darnos cuenta, defendemos y nos hacemos woke y tratamos de acabar con los demás. Así de simple.

¿Quiénes caen más fácilmente? Personas buenas, sin recursos, que sufren extorciones, sin acceso a una preparación donde puedan aprender un oficio para desempeñar un trabajo cuyo salario les ayude a cubrir las necesidades básicas para ellos y su familia. Ese sueño inicial se desvanece pronto, pero ya quedaron enganchados sin otra salida.

La postura woke tiene sus creencias profundamente ateas porque desprecian toda religión y la persiguen. Son maniqueos porque siempre clasifican en buenos o malos. Además, son ateos y adoptan ritos o costumbres ancestrales para sustituir las ceremonias religiosas.

Defienden su origen étnico y las cualidades externas de su raza o su posición social, desprecian a los de otros grupos. Por eso, justifican los ataques a todos los símbolos o lugares religiosos, también a quienes tienen otro color de piel, posición social o piensan diferente.

Creen que, si se lo proponen, las personas pueden llegar a ser como quieren ser. En el fondo, están seguros de poder alcanzar una sociedad perfecta, si no se oponen a sus planteamientos políticos. Así justifican la imposición de su diseño para la sociedad, a costa de eliminar otras formas de gobierno, aunque hayan dado buenos resultados. Obviamente desestiman la historia y manipulan a sus próceres.

Una política por buena que sea afronta los problemas contemporáneos de la Tierra, no los del más allá. Se equivocan las propuestas woke al darles el poder de fabricar un cielo en la tierra. La política, aunque esté muy bien planeada es un producto humano y si se sale de sus alcances se convierte en una pseudo religión, inaceptable para un católico o para quienes profesan otras religiones.

Muchos síntomas actuales nos llevan a asegurar estar viviendo un cambio de época, y woke contribuye fuertemente. Por ejemplo, han modificado de raíz el concepto de libertad. De entender la libertad como el acto de elegir el bien debido, ahora entiende la libertad como una capacidad absoluta, pues tiene el poder de dar un nuevo sentido a las cosas, con sólo querer puede replantearse todo.

Lo anterior es incompatible con cualquier religión que siga unas normas morales dadas por Dios. En woke eso se ha “destruido” y queda en el líder político el poder de decidir lo que es bueno a su libre arbitrio. Y quien le sustituya tendrá el poder de hacer lo mismo, con lo cual no existirá nada perdurable.

El modo de actuar es drástico, woke no admite otras ideas ni otras propuestas, rechaza lo de los demás y descalifica o castiga a quienes se oponen. Los acusa de discursos de odio y los acaba profesionalmente y civilmente. No argumentan y se disfrazan de víctimas para conservar a sus seguidore por la vía sentimentalista, nunca por la razón.

Por todo el planteamiento de la ideología woke no es posible adoptar ninguno de sus enfoques ni de sus propuestas, ni de sus fines. Todo ello suple a cualquier religión, especialmente a la católica. Por eso no nos pueden sorprender los actos vandálicos perpetrados en los edificios y contra los sacerdotes.

Se sigue recomendando el diálogo franco y fraterno con otros grupos con quienes se pueden encontrar puntos de unión y enriquecimiento mutuo. Woke está cerrado en sí mismo y no cabe nada más, ni lo aceptan. No aceptan a Dios, tampoco aceptan la verdad sobre los seres humanos, tampoco la sociabilidad ni otro modo al suyo de organizar la sociedad.

La fraternidad no puede construirse excluyendo, dividiendo o desacreditando. La sociedad que busque la paz verdadera, ofrece recursos a todos para hacerlos capaces de ser ciudadanos autosuficientes. No fomenta el odio ni la división. Procura ámbitos sanos y seguros. Combate a quienes hacen de la injusticia su modo de vivir y diseña reformatorios con la esperanza de reintegrar a esas personas a la sociedad.

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