Bien común

De bien común se habla ahora, pero como sucede con muchos vocablos, cuando inicia su uso causa expectación y luego sigue la difusión para comprender exactamente su significado. Durante bastante tiempo por todos es conocido y también se aplica adecuadamente. Luego, poco a poco, simplemente se repite, se aplica sin la valoración inicial. Finalmente, si se menciona se desdibuja el significado inicial. En algunas ocasiones intencionalmente se le aplican otros significados porque su contenido no gusta a algunos y fomentan la confusión.

La idea de bien común es compleja pues cada palabra es muy rica. En el diccionario veremos a qué hace referencia cada una de ellas.

El concepto de bien es simple y, por eso, difícil de precisar, lo posible es describirlo. Bien se relaciona con algo conveniente, no daña, es una tendencia natural a poseerlo o cuidarlo. El problema aparece cuando alguien se equivoca al elegir el bien adecuado para sí mismo. Por lo tanto, cuando alguien elige algo que le está haciendo daño, no tomó una buena decisión, se equivocó y no eligió un bien auténtico.   

Común es algo compartido por varias personas o cosas. Común también es raíz de otras palabras, por ejemplo: comuna o municipio; comunero o miembro de una determinada comunidad; comunicación o saber algo con otros; comunidad o pertenencia de varios; comunión o algo no material de varios.   

Bien común se aplica a la sociedad. En sentido general es el bien apto para ser participado por todos y cada uno de los miembros de ese grupo social. Y como la sociedad incluye subgrupos se puede hablar del bien común de la familia, o de la escuela, o de la empresa, etcétera. A su vez el bien común tiene su más alto nivel en la sociedad supranacional, a la que todos pertenecemos, independientemente de la raza, credo religioso, organización política, etcétera.

El bien común es compatible con todas las singularidades que no atenten con la dignidad de la persona humana, ni en la teoría ni en la práctica. Esta afirmación contundente nos hace ver el terrible crimen de la guerra, de la trata de personas, del asesinato, o de cualquier tipo de discriminación o vejación. 

El bien común exige la justicia social. Y a su vez la justicia social exige el efectivo acceso de todos al bien común y la práctica ética de la virtud de la justicia en todo ciudadano. Cuando se excluye a algunos del bien común, o cuando algún ciudadano destierra de su vida a la ética, se cometen auténticas violaciones sociales y se impide la sana convivencia.

Desgraciadamente en la actualidad la dimensión ética está muy deteriorada. La veracidad y la honestidad se han sustituido por la sagacidad, el engaño y la alteración de todo lo bueno. 

Por eso, vale la pena recordar el sentido original de bien común pues para ser justos en y para la sociedad es indispensable dar a cada uno lo que le es debido. El bien común es un bien de la sociedad total. Por lo tanto, la sociedad verdaderamente plena es la incluyente y justa con todos y cada uno de los miembros de tal sociedad.

A su vez, cada ciudadano ha de saberse un bien para los demás, y así se debe comportar. Este es el fundamento del respeto a toda vida humana pues cada una tiene un papel insustituible. Por lo tanto, nadie tiene el derecho de señalar quién debe vivir y quién no. La vida humana es sagrada por el papel que cada uno tiene inscrito desde su concepción. Ignorar este aspecto propicia graves daños. Y conocer esto demanda respeto a los demás y propiciar una auténtica educación para así preparar a cada uno a desempeñar su misión.     

El número 1906 del Catecismo de la Iglesia Católica señala: El bien común es “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección”.

La vida comunitaria incluye una red de relaciones personales, familiares y comunitarias, donde se incluyen grupos intermedios de variada índole. Son relaciones de encuentro, comunicación y de intercambio, siempre en búsqueda de mejorar la vida de cada uno. El encuentro benéfico requiere el ejercicio de las virtudes personales de cada uno.

En la comunicación tiene el protagonismo el profesional, para adecuarse a la verdad de sus contenidos y también para tener presente los efectos que provocará en los receptores. De ahí el sentido de responsabilidad ante lo que ocasiona en sus destinatarios. El bien común en este tema siempre ha de buscar vías para promover la paz advirtiendo con la debida prudencia de todo aquello que la debilite.

El intercambio entre las personas requiere adecuado conocimiento y capacidad para saber dar y recibir según los recursos de cada quien. El sentido de justicia ha de tener muy presente la reciprocidad para lograr un resultado proporcionado y así evitar que alguien obtenga un beneficio indebido.

En la actualidad se da un valor desproporcionado a la economía, y el bien común queda subordinado. Obviamente se propicia la injusticia porque fácilmente se incita a la avaricia y a las extremas desigualdades. Todo ello agravado por los fenómenos climáticos tan violentos.

Pero como la economía es una necesidad para el funcionamiento de los pueblos, la solución no es eliminarla sino organizarla para apoyar al bien común. Si la economía se enfoca a beneficiar a pocos e ignora la justicia social, la solidaridad y la subsidiaridad no sólo es injusta, también destructiva.

Poner al bien común en su lugar es el modo de resolver los problemas sociales que actualmente nos agobian. Eso es tarea de todos.

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