La sociedad contemporánea requiere un sistema educativo fiel a los principios, pero abierta a las exigencias de los avances científicos y tecnológicos.
Rejuvenecer lo podemos entender en dos vertientes: mejorar nuestros enfoques y contar con personal más joven. Y los dos importan en la familia.
Para mejorar los enfoques convendrá revisar los asuntos más cotidianos y buscar aspectos positivos para emprenderlos de una manera más apasionada. Para contar con un personal más joven, no hay mayor interpretación que incluir en la familia personas de menor edad, abrirse a la natalidad. Para ello hace falta recuperar el sentido de ser mujer y el de ser varón. El de la maternidad y el de la paternidad.
Estamos como estamos porque llevamos años en los cuales pretenden reivindicar los derechos de la mujer, tarea encomiable, pero con argumentos violentos que eliminan su característica delicadeza y la presentan como una amazona del siglo XXI. La maternidad se entiende hoy como una palanca para ejercer el machismo.
La caballerosidad del trato del hombre a la mujer se interpreta como una ofensa porque sobreentiende el concepto de debilidad femenina. Y ha desaparecido el trato preferente, quitando a las mujeres el primer lugar en las entradas y salidas, en cederles los asientos, en ser atendidas primero, etcétera. La paternidad se considera no en sí misma y con sus respectivas características, sino como una suplencia de la madre mientras ella realiza su trabajo fuera del hogar.
El movimiento feminista desarrolló la revolución igualitaria, pero en contra de sus pronósticos, degradó al sexo femenino y consiguió un desconcierto progresivo sobre la mujer. Vivimos ahora un proceso decadente y continúan las desigualdades. Esta es la situación en que la mujer se encuentra hoy.
Tales enfoques más que dar el lugar correspondiente a la mujer y al hombre, ha fomentado una competitividad, un desfase en los roles y mucha irrespetuosa agresividad. Con este ambiente no es extraña la facilidad de la ruptura del vínculo conyugal.
En los lugares donde se exigen cursos prematrimoniales, se cumple el requisito de modo superficial y pocos tienen argumentos para mostrar la grandeza del matrimonio. Muchos ni siquiera se casan porque los novios vienen heridos por su deformación y porque desean evitar la experiencia que han vivido del matrimonio de sus padres.
Bastantes jóvenes han crecido rodeados de divorcios en su entorno y en los medios de comunicación, y les han dicho muchas veces que el matrimonio es semejante a las uniones libres y tiene menos complicaciones.
Otros hechos complejos que desencadenan los divorcios y las separaciones se dan en las familias recompuestas y en las uniones del mismo sexo. Tema que exige un tratamiento más detallado. Pero cabe mencionarlo, porque cada vez se extiende más, y entre otras complicaciones derivadas se encuentran las pensiones, la orfandad, la viudez y, el delicadísimo y trascendente tema de la identidad sexual.
Bastantes jóvenes han deteriorado el sentido de su vida y la apertura a compartirla con alguien, debido a muchas variables, entre ellas el desorden en el uso de las redes sociales, la diversión con los amigos o el abuso en la bebida o de las drogas.
Con tan serio panorama, la “cultura dominante” se basa en la búsqueda inmediata del bienestar personal en el placer y en la diversión, en el fondo en lo efímero. Ésta es una pseudo cultura, superficial y evasiva que elimina las complicaciones y el sufrimiento. Busca con desenfreno el placer fácil o la evasión.
Ante este horizonte, no podemos claudicar. A grandes males, grandes remedios. La buena noticia es que nunca se ha desdibujado lo natural en la familia y aunque todos vivan otras realidades añoran la nostalgia de la familia verdadera fundada por un hombre y una mujer, que son recíprocamente fieles y que se apoyan en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.
Por lo tanto, un primer paso es cuidar y difundir lo auténticamente natural de la familia: uno con una para toda la vida. Mostrar el matrimonio en su diseño original e ilusionarlos para reproducirlo. Y desenmascarar aspectos de pseudo cultura como la poligamia, el divorcio, las relaciones pasajeras, la infidelidad. Y otros aspectos facilitados por la tecnología como la procreación in vitro o los vientres alquilados.
También han de revivir el noviazgo como un tiempo de espera para tomar una decisión vital. Así se fortalecerá la preparación al matrimonio y serán fuertes para amar en cualquier circunstancia y sabrán renunciar a sus propios gustos, apetencias y costumbres por el otro.
La meta, que no ha de borrarse de nuestra mente, es conseguir familias autosuficientes y sanas que a su vez originen ciudades familiarmente sostenibles. El punto de partida para esto es contar con familias prolíficas capaces de afrontar el problema de sobrepoblación y, por otro lado, desenmascarar las políticas públicas de la ideología de género.
Y la dignidad de la vida humana exige traer al mundo hijos deseados: tanto por el esposo como por la esposa, los dos han de aceptar ser padre y madre con simultaneidad. Esta concordancia es importante para el desarrollo afectivo del bebé, pues así las relaciones conyugales serán serenas y unidas. De otro modo aparecerán desavenencias, reclamos e incluso rechazo del bebé por quien no deseaba en ese momento a la criatura.
Este acuerdo es uno de los temas primordiales de la ética familiar y de la intimidad conyugal. Otro tema de la ética familiar es el modo de afrontar la discapacidad de un nuevo ser humano, prepararse porque ninguna vida humana es discriminable.
La sociedad contemporánea requiere un sistema educativo fiel a los principios, pero abierta a las exigencias de los avances científicos y tecnológicos. Los padres han de poner medios desde la educación familiar y completarla con la institución educativa bien elegida. Pero los padres han de asumir la responsabilidad de la primacía en la educación de los hijos y la concordancia entre educación familiar y escolar.
Los padres han de conocer el entorno y los nuevos conocimientos. La adopción de la tecnología, los sistemas híbridos. Incorporar nuevos temas como la educación a discapacitados, la socialización de los contenidos, la atención a los aspectos emocionales, etcétera. Conocer e influir en el entorno es cada vez más necesario.
Las exigencias del cuidado de la salud se han colocado como un asunto prioritario, por lo tanto, hay protocolos que se han de seguir, así como el aprecio y el respeto al personal de salud pues ellos son humanos y vulnerables como todos. Para mejorar el tema de la salud hemos de fomentar la prevención.
Otro aspecto de la ética familiar es el equilibrio que los cónyuges han de tener ante las respectivas obligaciones laborales que cada uno tiene y la responsabilidad que ambos comparten en la vida de familia. Ayudarse, alternarse y comprenderse.
El trato mutuo entre los cónyuges ha de mantenerse dentro de una delicada veracidad y de una coordinada responsabilidad. Con este soporte será más fácil elegir y combinar las actividades personales y familiares, así como la conveniencia del uso de determinadas redes sociales o de directrices gubernamentales, entre otros aspectos.
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