El 23 de noviembre, el papa tuvo en Roma una audiencia con miembros de la Comunidad Romena y del Grupo Nain. En esa reunión les dijo -pero nos lo dice a todos-: “Ser cristiano es prender luces donde todo parece perdido”. Y esto lo hemos de lograr en el mundo de hoy necesitado de fraternidad, paz y amistad, aunque marcado por la violencia y los conflictos.
Ellos buscan un mundo fraterno y solidario por medio de la hospitalidad, el cuidado y la fraternidad señaló Francisco y explicó que Romena es un lugar hospitalario donde “cualquiera puede sentirse como en casa; cada uno puede llegar con lo que le oprime, con el deseo de descansar en cuerpo y espíritu y de respirar la fragancia del Evangelio”. Les animó a seguir así para cultivar la apertura y la acogida.
Luego habló del cuidado. Y entre otras afirmaciones les pidió cuidar de los heridos y de los que sufren, precisamente para lograr encender pequeñas luces donde todo parece estar perdido. Respecto a la fraternidad concretó ser “el corazón del estilo de vida” en Romena. Así hacen posible la paz y la amistad social.
Calificó la ‘amistad social’ como algo hermoso, pero no fácil. La dificultan las habladurías y los chismes contrarios a la amistad pues dañan y destruyen. Como la vida es corta hace falta desterrar el egoísmo.
Acuñar el término de amistad social es novedoso y abre un horizonte de posibles maneras de concretar la fraternidad propuesta desde tiempos inmemoriales. Pero la palabra de amistad ofrece novedad y cordialidad, aspectos muy necesarios en todo tipo de relaciones humanas prometedoras de buenos y gratos resultados.
La amistad tiene tradición filosófica y teológica. La cultura clásica afirma que la amistad es la “relación humana por excelencia”. Se caracteriza por ser libre y recíproca. Aristóteles veía la amistad como lo más necesario para la vida, añadía: la persona feliz necesita amigos. La amistad es bella y por lo tanto se sustenta en la bondad y en la verdad.
Para vivir la amistad, para ser amigo y tener amigos, es necesario ser veraz y ser bueno. Quien tiene hábitos de simulación, de engaño o de envidia y de mentira difícilmente tendrá amigos y tampoco podrá ser amigo. Pues no busca el bien sino aprovecharse de la otra persona. La amistad exige buena disposición en quienes son amigas, y además el mejorarse mutuamente.
Por lo tanto, es imposible la amistad entre personas que se reúnen para hacer el mal. Aunque se digan amigas no lo son pues siempre estarán cuidándose de que no haya denuncias o de que unas se aprovechen de las otras, o de un mal reparto del botín, o de que solamente se ayuden mientras son útiles, y cuando ya no lo sean se les deseche buscando el modo de silenciarles. En todo ello hay complicidad, y en el fondo desconfianza. Eso es la antítesis de la amistad.
En la Ética a Nicómaco, Aristóteles hace unas afirmaciones muy profundas sobre la amistad. En el libro IX dice que sin amigos nadie querría vivir, aunque poseyera otros bienes, porque la prosperidad no sirve de nada si se carece de la posibilidad de hacer el bien, el cual se ejercita sobre la base de la amistad.
La amistad es bella porque mutuamente los amigos se hacen el bien, esto da origen a la reciprocidad, y Aristóteles asegura que para ejercer la reciprocidad hace falta que ambos amigos sean virtuosos.
La amistad engloba todos los tipos de amor y es de desear en las personas que profesan cualquier amor: conyugal, filial, fraterno, etcétera lo subordinen a la amistad, de ese modo se enriquecen de un modo exponencial y su vida se hace más completa y perdurable.
Ahora bien, la amistad social parte del reconocimiento de la igualdad fundamental de todos los seres humanos, sean de cualquier raza o de cualquier latitud y todos deben coincidir en objetivos comunes, confianza, reciprocidad en el bien y preocupación de unos por otros.
Así como el padre y la madre han de dar ejemplo de amistad a sus hijos, quienes ocupan cargos de gobierno en cualquier nivel de la sociedad también han de ejemplificar la amistad procurando el acceso al bien común sin preferencias ni exclusiones. Y ante la posibilidad de actuar injustamente buscar el diálogo para conocer los puntos de vista y llegar a acuerdos sin excluir a nadie.
Fomentar la amistad social ha de partir del conocimiento de las necesidades de los otros y abrir el corazón para buscar la manera de ayudar a conseguir el bien tal como lo plantean los demás. Esto hace posible ganar – ganar pues al ayudar se propicia la retribución cuando sea necesaria. Aunque el motivo de la ayuda no se apoye en el beneficio mutuo sino en el deseo de hacer el bien.
En todo diálogo pueden existir dificultades para entenderse y llegar a acuerdos, pero si se practica la amistad social habrá reciprocidad por ambas partes y será más fácil eliminar los extremismos, las descalificaciones o los malos entendimientos. Tampoco habrá agresiones pues se sobreentenderá la buena disposición de las dos partes.
Necesariamente este modo de proceder dará buenos resultados, se abrirán caminos nuevos y relaciones más amigables que serán ejemplo para otras comunidades, y así el bien será más fácilmente difusivo. Todo ello a partir de personas amigables dispuestas a hacer todo lo posible mediante el diálogo constructivo y respetuoso. También la vida política podrá ser un ejercicio de amistad social.
Ya es tiempo de convencernos de la necesidad de practicar la amistad en las relaciones sociales de todo tipo. Es el medio más certero y propio para recuperar la paz social y el único modo adecuado a la dignidad de las personas.
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