Antes de ayudar debemos pensar en los resultados que puede traer.
Hay muchas personas buenas a las que mueve un deseo de ayudar a los demás, especialmente cuando detectan desorientación, insatisfacción o cansancio ante una vida esforzada y con muy escasos resultados.
Ayudar es loable y demuestra saber que se posee algo que los otros no tienen y se les quiere comunicar. Sin embargo, el modo de ayudar tiene también sus reglas que si se ignoran pueden provocar consecuencias más desastrosas que la precariedad que se desea subsanar.
Esta advertencia no busca paralizar las buenas intenciones, sino mover a una toma de conciencia de la responsabilidad de hacer una planeación sobre el modo de transmitir los conocimientos y de estimular las buenas acciones, sin diluir los mensajes o provocar equívocos y fomentar la ambigüedad. Con estas medidas de prudencia los resultados nunca empeoran los asuntos que se desean mejorar.
Por lo tanto, para ayudar con buenos resultados se necesita: poseer un bien, comunicarlo íntegro de la mejor manera y lograr que influya en la vida de quienes lo reciban. Aunque lo mejor es conseguir que quienes reciban los beneficios se vuelvan promotores. De este modo, realmente se conserva el bien y se propaga.
Esta actividad es de desear se realice en espacios micros y macros. Por espacio micro se puede entender el ámbito familiar y, por macro la sociedad próxima como es la patria y la remota como puede ser el nivel internacional.
Con tales planteamientos podremos eliminar lamentos como los de quienes se duelen de ver a hijos de padres ejemplares por caminos de mucho desajuste, o de que de épocas de bonanza civil se sigan etapas de retroceso y confusión.
Ejemplos de deseos de hacer el bien con pasos equivocados:
A nivel macro, en los inicios del siglo XX, el Santo Papa Pio X tuvo que poner orden ante una corriente que se difundió en muchos países. Fue el “modernismo”. Surge entre católicos que desean recuperar la dimensión religiosa para los comunistas. Punto de partida noble y encomiable.
Pero el modo de emprenderlo fue desastroso ya que muchos de los promotores quedaron atrapados en el comunismo y perdieron su fe. La buena idea de fondo era comprender la mente de los comunistas, hasta aquí el plan iba bien. Luego vino el problema que les desvió: pusieron su fe entre paréntesis y asumieron todos los planteamientos comunistas. Lo hicieron con tal fogosidad que se olvidaron de su fe y se convirtieron al comunismo.
La lección por aprender es la de no poner nunca entre paréntesis el bien poseído. Es un tesoro para vivir no para archivar porque lo podemos olvidar, como les sucedió entonces a muchos. Esta es una lección de vida, no una suposición.
A nivel micro, sabemos que en nuestro país se han organizado actividades para ayudar a gente joven, universitaria, a comprender y a ser respetuosos con personas que sienten que su aspecto físico no corresponde al sexo con el que se identifican. Movernos a la comprensión y al respeto es ejemplar.
Pero el modo también hay que cuidarlo, es anacrónico que para comprender se tenga que experimentar un proceso, es hasta grotesco que a jóvenes sin dudas les inviten a experimentar la biología del sexo contrario o a satanizar la tradición natural. De alguna manera es exaltar estas perspectivas degradando las de quienes no las asumen. La finalidad es combatir la exclusión y están excluyendo al ridiculizar lo tradicional.
A nivel micro también puede suceder en Congresos donde se exponen teorías sin explicar sus alcances y sus limitaciones, o incluso errores si los tienen. De ese modo, sin dar los criterios adecuados, el auditorio recibe datos sin discriminación, y si no tiene criterio, se propicia el igualitarismo y el confusionismo, da lo mismo cualquier postura y acaban asumiendo el relativismo.
Otro asunto a nivel micro, aparece con el problema del alcoholismo en alguno de los cónyuges. Para capacitar al otro en el proceso de ayuda, se le aconseja experimentar el alcoholismo, así se fomenta la comprensión y el acierto en la aplicación de argumentos convincentes. El problema es que muchas veces ambos terminan atrapados por el alcohol. El error de fondo consiste en exponerse a adquirir malos hábitos que acaban forjando vicios.
Principios básicos indispensables para una ayuda sin equivocaciones
El fin no justifica los medios: El fin obviamente debe ser bueno, pero todos los medios también deben serlo. Cuando los medios son deficientes se provocan males en otras personas y esto es una injusticia. Las injusticias nunca se vuelven justas, aunque provoquen un bien en otro. Por ejemplo, robar a uno para darlo a otro más necesitado, nunca ese robo se vuelve justo.
No basta con la intención. Aunque la intención sea buena, las personas no podemos vivir solamente de buenos deseos, es necesario actuar, y actuar bien para labrar el bien necesario.
Nadie da lo que no tiene: Para ayudar hay que conocer lo que se va a hacer para enseñar a practicar el bien acompañando al otro hasta que adquiera soltura.
El arte de ayudar se apoya en la humildad: Quien ayuda debe ser humilde porque reconoce que en sus logros también ha experimentado la ayuda de otros y ahora se dispone a transmitir lo que aprendió. Quien recibe la ayuda ha de reconocer que solo no puede y agradecer la oportunidad que se le brinda.
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