26 de junio de 1975

El 26 de junio de 1975, una paciente de la Clínica de la Universidad de Navarra, vio la bandera a media asta y desecha el haber pensado en el Fundador del Opus Dei.



Pocos días después, su hermano Eduardo, médico de esa clínica decide informarle de la muerte de Josemaría Escrivá de Balaguer, aunque la noticia pudiera influir en su estado de ánimo y afectar en el resultado de la operación del corazón que sufriría. Estaba preparada.

 

Guadalupe lloró pero recuperó la serenidad. La operación resultó exitosa, todo iba bien, pero Dios y su queridísimo Fundador la esperaban en el cielo y el 16 de julio –fiesta de Nuestra Señora del Carmen-, la buena recuperación da un giro y se marcha de esta tierra.

 

Era la Directora de un Centro de Numerarias en Madrid, todas estuvieron pendientes del desenvolvimiento de su enfermedad, se turnaban para atenderla y les resultaba penoso no estar siempre a su lado. El secreto a voces era notorio: se trataba de una mujer muy santa, sin aspavientos. Su pudoroso amor a Jesucristo se desbordaba.

 

Desde el cielo está cercana a quienes acuden a ella y los rumores sobre sus virtudes y su fama de santidad se difunden. El proceso sobre la vida de Guadalupe Ortiz de Landázuri inicia en Madrid el 18 de noviembre de 2001 y termina en 2005. Testificaron 32 personas de España y 22 de México.

 

El jueves 4 de mayo de 2018, el Papa Francisco declara las virtudes heroicas de la mexicana Conchita Armida, también las de Guadalupe. Es la primera numeraria del Opus Dei a quien Su Santidad da el nombramiento de venerable. Ya cuenta con el milagro necesario para la beatificación.

 

El Prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz señaló: “La vida de Guadalupe nos lleva a comprobar cómo el darse enteramente al Señor, respondiendo con generosidad a lo que Dios va pidiendo en cada momento, hace ser muy felices aquí en la tierra y luego en el Cielo, donde se encuentra la felicidad que no se acaba”.

 

El milagro ocurrió en 2002. Es la curación instantánea de Antonio Jesús Sedano, de 76 años. Junto al ojo derecho tenía un tumor maligno de piel que nunca volvió a aparecer. Antonio falleció a los 88 años a causa de una patología cardiaca.

 

Nació en Madrid en 1916, el día de la Virgen de Guadalupe y con ese nombre la bautizaron. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad Central y fue de una promoción de cinco mujeres y 60 varones. Termina su carrera cuando vuelve la paz después de la guerra civil. Dio clases de Física y Química en el Colegio de las Irlandesas y en el Liceo Francés de Madrid.

 

A comienzos de 1944 conoció al fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, quien le enseñó que se puede encontrar a Cristo en el trabajo profesional y en la vida ordinaria. No dudó en que ese era el camino trazado por Dios para ella y, poco después, pidió su admisión.

 

En sus primeros años como miembro del Opus Dei, Guadalupe trabajó principalmente en la formación cristiana de jóvenes en Madrid y Bilbao. Así ayudó a poner por obra lo que Dios le hizo ver a San Josemaría sobre los muchos y variados aspectos que deseaba que la Sección de Mujeres impulsara y desarrollara en España y en todo el mundo.

 

De 1950 a 1956 estuvo en México donde empezó el trabajo apostólico del Opus Dei con mujeres de todas las clases sociales. Quienes la conocieron destacan que su prioridad era cumplir la voluntad de Dios y ayudar a cada persona en la fidelidad al espíritu que le mostró San Josemaría. Sorprende la imborrable huella que dejó en tan escasos 6 años.

 

Los inicios de la labor apostólica en la capital de México, en Culiacán y Montefalco… también repercutieron en Centro y Sud América, en Chicago. Con determinación y fidelidad a las indicaciones de San Josemaría, impulsó la búsqueda de vocaciones de Numerarias Auxiliares en la diócesis de Tacámbaro, Michoacán, como respuesta a la demanda del Obispo Mons. Abraham Martínez.

 

Dentro de otros muchos, hay un detalle significativo de esta temporada. En la Guerra Civil española, su padre que era militar, fue acusado de sedición y condenado a muerte. Ella le confortó antes de la ejecución. En México, a una actividad organizada para señoras, llegó la esposa de quien había dado la orden contra su padre.

 

Guadalupe la trató con exquisita delicadeza como a las demás. Esto muestra que perdonó desde el primer momento a los responsables.

 

En 1956 va a Roma para colaborar con San Josemaría en el gobierno del Opus Dei. Después de dos años, por motivos de salud, se traslada a España y reemprendió la enseñanza y la investigación en el ámbito científico. Concluyó su tesis doctoral en Química y fue pionera del Centro de Estudios e Investigación de Ciencias Domésticas (CEICID). Por la calidad de su investigación le otorgan el “Premio Nacional de Investigación”.

 

Todas estas actividades eran simultáneas con las tareas de formación cristiana para universitarias y mujeres casadas. En todas sus acciones se reflejan los talentos que Dios le dio: carácter decidido, fuerte y algo aventurero, unido a su anhelo de amar a Dios –en el espíritu del Opus Dei recibido directamente de su Fundador- a su trabajo, su amistad y una honda alegría que daba paz y serenidad.

 

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