Necesitamos retomar la experiencia del pasado, su gran riqueza y tener presente que la educación es el arma transformadora de esta independencia moderna en este nuevo siglo.
El sábado pasado los mexicanos celebraremos 208 años del movimiento de Independencia que dio pauta a la conformación de nuestra gran nación.
Existe por parte de muchos la posición de que no tenemos nada que celebrar y por el contrario, nuestra historia está repleta de momentos para conmemorar.
Hombres y mujeres como Josefa Ortiz, Leona Vicario, Aldama, Guerrero, Morelos, Allende, Guadalupe Victoria, Hidalgo e Iturbide, todos ellos, personajes de nuestra historia de carne y hueso, con defectos y virtudes, con personalidades contrastantes, con aciertos en sus decisiones pero también con errores en las mismas. Varios de ellos, fueron grandes estrategas, excelentes comunicadores, líderes militares y sociales que lograron convencer y transmitir al pueblo, que el momento para nuestro país había llegado.
Todos ellos junto a muchos más, estuvieron en este momento clave de nuestra historia, su gran virtud fue que supieron responder al llamado que el destino les invito a tomar.
Cada uno de ellos participo en este movimiento. Unos haciendo sonar las campanas, otros avisando que la conspiración había sido descubierta, otro más siendo el gran estratega militar que Napoleón reconoció y dijo que con 2 personajes como él conquistaría el mundo, muchas mujeres participando de manera activa con su talento, inteligencia, bienes materiales e incluso con su propia vida.
Sin duda, la mejor conmemoración que podemos hacer a estos hombres y mujeres, es nuestro compromiso de participar de manera activa en la transformación de nuestro país.
Hoy, este momento nos pide como hace 208 años, mujeres que con inteligencia, talento y pasión, le brinden a la sociedad, a la familia, a la educación y a la política ese toque especial de humanidad y esperanza que solo ellas nos pueden brindar.
Como hace 208 años, necesitamos una juventud que como aquel personaje emblemático del niño artillero, con arrojo, entrega, pasión, empuje, inteligencia y valor, quiera transformar la historia de México, en la nación grande que ellos quieren.
Hace 208 años, la educación en las aulas no impregnaba la vida de todos los habitantes de nuestra patria, pero se tenía esa educación que se brindaba desde el hogar, en esa educación se sembraba y enseñaba el respeto por los padres, por los hermanos, por el próximo, por el desempeño de un trabajo digno, gratificante, honesto, esta educación que nos inculcaba que en la vida tres cosas se defendían… Dios, la patria y la familia.
Hoy necesitamos retomar la experiencia del pasado, su gran riqueza y tener presente que la educación es el arma transformadora de esta independencia moderna en este nuevo siglo.
Nuestra participación en la educación, es y será el motor de esta nueva generación de maestros y maestras, capaces educar a estos futuros hombres y mujeres de bien, mediante aquellas lecciones de vida, para la vida con sentido humanista y trascendente.
Hace 208 años, un hombre tomo un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, como símbolo de unidad y esperanza para todos aquellos que con temor y desconcierto veían imposible hacer que México fuera independiente
Si hace 208 años, muchos hombres y mujeres sin educación, lograron la más importante transformación de nuestra historia… Hoy las campanas del México de este nuevo siglo, están llamando a que con nuestra participación en el aula, en la escuela, en la sociedad, volvamos realidad el México que todos queremos, caminado y trabajando con el mismo estandarte que hace 208 nos dio unidad, esperanza, justicia y paz.
Viva México!!!
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