Las formas en las que nos expresamos el domingo y lunes, son un llamado a la justicia, al entendimiento y a la sensatez que deben prevalecer en el gobierno y en la sociedad toda.
Muchos años de lucha pasaron, después de una larga lista de limitaciones, para que se reconocieran los derechos de las mujeres a votar, incluso para que pudiéramos manejar nuestras propias cuentas o tener las mismas oportunidades que los hombres en materia de educación y formación.
Fue el 8 de marzo de 1975, cuando las Naciones Unidas formalizaron el Día Internacional de la Mujer, que no es una celebración sino una conmemoración para reconocer que, ante la ley y el mundo, tenemos los mismos derechos.
El tema de lucha de las mujeres para este año 2020 es por la igualdad de género, así lo declaró Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, quien ha pedido la colaboración de todas y todos “para derribar las barreras contra la igualdad de género”.
En este contexto de exigencias de derechos para las mujeres con el paso de la historia, en esta semana que empezó con diversos eventos conmemorativos, aprovecho el espacio para hacer un reconocimiento a las millones de mujeres que estudian, trabajan y se esfuerzan por alcanzar sus objetivos, a pesar de las condiciones adversas que tienen que enfrentar.
El camino aún es largo para conseguir igualdad sustantiva de condiciones en la casa, la escuela, el trabajo, la calle; en lo público y en lo privado. Por ello, las manifestaciones, para que se entienda nuestro pensamiento, nuestra inconformidad y nuestro reclamo ante la desigualdad y la inseguridad que, a últimas fechas, se ha potencializado en contra de nosotras.
Las formas en las que nos expresamos el domingo y lunes, son un llamado a la justicia, al entendimiento y a la sensatez que deben prevalecer en el gobierno y en la sociedad toda. Reflejaron decisión y valentía para señalar el hartazgo, la preocupación, pero sobre todo, el acompañamiento de todas para poner un alto a la violencia que sufrimos.
Estamos lastimadas, nos sentimos maltratadas, indignadas, ultrajadas, porque hoy se han sumado a la larga lista 10 mujeres que ya no están, que mueren cada día. Por eso es que nos hacemos presentes, para honrar su memoria. Nos escuchamos, lloramos, nos abrazamos… pero siempre nos levantamos, para hacer nuestro el derecho que tenemos a manifestarnos y exigir política pública a nuestro favor; y lo haremos una y otra y otra y otra y otra vez, las veces que sean necesarias.
Este es un paso firme que no tiene fin, que no es de ahora, porque ha pasado la estafeta cada año, cada lustro, cada década. La conquista de nuestros derechos no tiene caducidad.
Quiero aprovechar este espacio también para reconocer a mujeres que han sido parte de mi vida y que, con su ejemplo me han dado la fortaleza para enfrentar los retos que la vida me presenta. La entrega, coraje y dedicación de Gude, mi madre, para sacar adelante a sus hijas e hijos. Nunca dudó en emprender su fuerza de trabajo para traer comida a la casa; se negó a que nosotras, sus hijas, repitiéramos su historia, nunca fomentó la desigualdad entre hermanas y hermanos. Nos dio herramientas para enfrentar las desventajas por el hecho de ser mujeres. Todos los días, hasta sus 90 años, nos regaló un abrazo, un beso y, debo decirlo, un sacrificio. No pude tener mejor madre y mejor ejemplo.
Eva, Laura, Mago y Mimis, mis hermanas, son mujeres invaluables en mi existencia; cada una a su manera, han sido impulso, soporte y contención en los momentos en que se han hecho presentes las distintas formas de violencia. Ellas no han permitido que baje la guardia, ni que afloje el paso, porque de algo estoy segura, el amor que nos inculcó nuestra madre es lo que nos ha mantenido fuertes, solidarias, unidas y, sobre todo, queriéndonos y apoyándonos.
A Ximena, mi hija, todo mi amor, todo mi cariño, todo mi reconocimiento de la forma en cómo ha enfrentado los ataques que, por mi actividad política, le han afectado.
En la actividad que decidí desarrollar me ha quedado claro que la lucha a favor de las mujeres no es un esfuerzo individual, mujeres de todas las ideologías hemos trabajado; reconozco y admiro a mujeres con las que he compartido este camino: Cocoa Calderón, Angélica de la Peña, Lucero Saldaña, Mariana Gómez, Diva Gastelum, entre muchas otras, que más allá de que si nos unen o no los colores, han antepuesto el bien común y la búsqueda razonada de soluciones -desde su responsabilidad legislativa-, para los múltiples y complejos problemas que enfrentamos las mujeres diariamente.
Mi reconocimiento también para mis 31 compañeras diputadas federales del grupo parlamentario del PAN, que en un escenario adverso continuamos con la lucha todos los días para hacer valer nuestros derechos y libertades.
Las mujeres no admitimos la exclusión, no aceptamos los límites y combatimos la desigualdad entre géneros, aunque el espacio sea limitado. Hago un llamado a que no nos paralice el ataque; que hoy, como nunca, debemos estar dispuestos a defender nuestros derechos y libertades, debemos exigir al gobierno que nos proteja.
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