Los gobiernos de México y Estados Unidos arrancaron -casi de manera oficial- sus campañas electorales rumbo a 2024. En ambos casos, el tema central somos los mexicanos y la terrible realidad que enfrentamos en materia de seguridad pública.
Lo que veremos y escucharemos en los siguientes meses no será muy distinto a lo que hemos observado en estos primeros años de gobierno, en los que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha compartido el escenario político internacional primero, con el siempre polémico Donald Trump y, ahora, con Joe Biden:
Para nuestros vecinos del norte, los mexicanos somos los responsables de la crisis migratoria y de adicción a la marihuana, cocaína y ahora fentanilo, y necesitan ponernos en el centro de la discusión para mostrar que, tanto los demócratas como los republicanos, son “los más eficientes” para “salvar a su país de nuestra mala influencia”.
En tanto para el tabasqueño, sólo somos una “bolsa de votos” que necesita conseguir, con el propósito de mantenerse en el poder político junto con su partido. No le importa ni resolver los problemas de economía, salud, medio ambiente, pobreza o inseguridad; lo único que tiene en mente es cómo inhibe la participación ciudadana y mantiene su clientela electoral… ¡Ah! También le importa el beisbol.
El reciente falló en la Corte de Brooklyn en Nueva York, en el que se puso en el banquillo de los acusados a Genaro García Luna, pero también a México, le cayó como él mismo dice, “como anillo al dedo”. Durante los últimos 48 meses hemos escuchado cada día con más frecuencia, que el titular de Seguridad Pública y por supuesto quien fuera su jefe, Felipe Calderón Hinojosa, son los responsables “de todos los males de México” y, junto con sus propagandistas, han aprovechado la circunstancia y los silencios de los dirigentes panistas para arremeter contra el partido que encabeza la oposición en nuestro país.
En su selectiva memoria omite reconocer que el personaje recién juzgado tiene una trayectoria de más de tres décadas, en las que colaboró con diversos gobiernos federales y que, incluso muchos de sus colaboradores y cercanos, trabajan para su gobierno y algunos mandatarios estatales emanados de su movimiento. También ha evitado hablar sobre los reconocimientos diversos que Estados Unidos le hiciera a García Luna por su colaboración binacional; menos señala que la mayor parte de los testigos de este juicio fueron delincuentes detenidos y extraditados durante el sexenio de Calderón.
Quienes respetamos las leyes no ponemos en tela de juicio el veredicto. Lo que es cuestionable es el uso político que se le ha dado al tema, con la pretensión de desacreditar a todos aquellos que militamos en el Partido Acción Nacional, como si el acusado fuera lo único que definiera quiénes somos y la calidad de los gobiernos emanados del PAN.
“El león cree que todos son de su condición” reza un dicho popular y el originario de Macuspana piensa que, tal y como sucede en su movimiento -donde solo se obedece su voz y se venera su figura-, así también actuaríamos en el PAN. Se le olvida nuestro origen, nuestra historia, la formación política y las muchas luchas a favor de la democracia y la búsqueda del bien común.
En Acción Nacional no encontrarán “muñecos de peluche” para adorar al mesías, aretes que evidencian un fanatismo casi inconcebible o una clonación de personalidades que raya en lo ridículo para quedar bien con el “pastor morenista”.
El siempre resentido López Obrador pretende, con ello, arrinconar acciones de política pública que, en los datos oficiales, contrastan con su fallido gobierno: un exitoso seguro popular, avances evidentes en el combate a la pobreza, apoyo a las mujeres con programas reconocidos internacionalmente, como las estancias infantiles, y logros legislativos para la igualdad que se construyeron con la participación de voces que representaban diversas formas de pensar y concebir este país.
Se equivoca el presidente, si piensa que todos los militantes del PAN guardaremos silencio ante sus acusaciones infundadas. Es él y MORENA quienes tienen que responder por los diversos señalamientos e indicios públicos de corrupción, financiamiento ilícito (al fin rey del “cash”) para su movimiento, tráfico de influencias en todos los niveles y complicidad con el crimen organizado, donde curiosamente sí hay imágenes y acciones que revelan estos hechos.
Si este gobierno tiene información y datos específicos sobre las acusaciones que ha realizado desde su tribuna mañanera, debería actuar en consecuencia, presentar la información ante las autoridades competentes y usar la ley como instrumento para hacer justicia. Lo cierto es que en este tiempo en el que han gobernado, solo hemos escuchado acusaciones mediáticas de quien, reitero, parece más un jefe de partido que un estadista o jefe del Estado Mexicano.
Estamos en una situación tan crítica que, para resolver los graves problemas de inseguridad que padecemos, hemos llegado al absurdo, como en el caso de Matamoros, Tamaulipas, de que sea el propio crimen organizado -que luego del asesinato de dos ciudadanos estadounidenses- el que entregue a sus sicarios, ante la pasiva observancia de las autoridades estatales y federales y “ofrezca disculpas” a nuestros vecinos del norte.
Igual de absurdo es que se siga construyendo una narrativa en torno a un personaje que deberá responder ante la justicia sobre sus acciones, en lugar de concentrarse en atender los diversos y graves problemas que nos van apagando como país.
Sin duda, muchas son las cosas que debemos corregir desde la oposición para ser una alternativa viable y posible para los mexicanos en el 2024. Lo he señalado en reiteradas ocasiones y distintos foros, y lo primero es tener la valentía y el coraje para no permitir que se calumnie, difame o mienta sobre el papel de Acción Nacional en nuestra historia y su contribución a la vida política, social y económica de México.
Te puede interesar: Tiempos de canallas
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo