Cuando el dolor ajeno detona burla y desdén en quien ostenta la investidura presidencial, pero sobre todo en el que tiene la obligación de garantizar la seguridad de sus gobernados, es indudable el mensaje político que se transmite: insensibilidad, ofensa y una clara evasión de la responsabilidad.
En la conferencia del miércoles pasado, ante pregunta expresa, el tabasqueño confirmó que no había sido informado sobre el secuestro de 16 empleados de la Secretaría de Seguridad de Chiapas por parte de un comando armado y la destitución de varios mandos: “…pero, este… lo mejor es que los liberen -y con una descarada carcajada, además de señalar con el índice derecho, apuntó- si no, los voy a acusar con sus papás y con sus abuelos… eh, ya ven que salió un amlito, ahh, no puedo hablar de eso…”. Y sin más, desvió la gravedad de la situación y abrió paso a una grotesca y lamentable farsa para autopromover su muñeco, ese que lo entretiene.
A lo largo de estos más de cuatro años, ha sido indignante comprobar el desprecio que tiene al deber de cumplir con sus obligaciones. Una y otra vez, no se ha cansado de promover su ego, en nombre “de los que viven de esto”, en medio de tanta angustia, miedo e incertidumbre que viven millones de personas. Esto es reflejo de la descomposición del Estado mexicano que, entre muchas otras cuestiones, evidencia que lo que menos importa es la atención y respuesta a los graves problemas de las y los mexicanos.
No debemos permitir que todo siga igual. Si analizamos a conciencia la situación nacional, entenderemos la relevancia y la urgencia de cambiar el rumbo de las cosas, es decir, en nuestras manos está provocar el cambio de gobierno en el 2024.
Por eso y para lograr este objetivo, cobra especial relevancia la propuesta del bloque opositor para elegir a quien nos representará en el 2024 en la candidatura presidencial.
De entrada, quienes estamos convencidos de que MORENA no puede seguir (des)gobernando, debemos dar la bienvenida a esta primera definición. Es un gran paso colocarse en la línea de salida para esta carrera, donde el destapador y sus corcholatas pensaban iban solos.
Sin embargo, todavía hay muchas dudas que disipar, por eso no comparto que de forma inmediata y ante la insuficiencia de respuestas a preguntas elementales y dudas razonables que deben ser aclaradas por quienes encabezan el proceso, comenzaron los señalamientos para descalificar a las personas que observamos, cuestionamos o simplemente preguntamos. No disparen, son dudas que si no se resuelven y no se clarifican, generarán muchos dolores de cabeza.
Celebro que haya voces críticas que pongan el dedo en aspectos que no se deben obviar y sí atender, como lo es la legalidad del proceso. Es fundamental dar certeza a las y los ciudadanos del respeto absoluto al marco jurídico constitucional.
Uno de los temas que nos unen como oposición es el reconocer la pluralidad y la manifestación de ideas que pueden no ser coincidentes. En democracia no hay sumas ciegas y tampoco debe haber oídos sordos.
Damián Zepeda, Lilly Téllez y Germán Martínez manifestaron su opinión con respecto al método. Podemos o no coincidir en la forma de darlo a conocer, pero las dudas emanan del mensaje mismo de la presentación. Se equivocan aquellos que aseguran que solo se crítica por golpear, porque el reto es hacer que participen más personas, las más de ellas inconformes y desencantadas de las opciones políticas.
En la propuesta presentada, se establece que el padrón que se usará para la consulta en centros de votación, en la tercera etapa, se integrará con los nombres de quienes otorgaron su firma a todos los aspirantes que decidan inscribirse. Es una peligrosa forma de vulnerar el proceso democrático por dejar fuera a las personas que aún no tomamos la decisión de a quién apoyaríamos.
Por eso, solicitamos al grupo que encabeza este esfuerzo, amplíe el espectro de participación ciudadana en la construcción de la lista nominal interna del ahora llamado Frente Amplio por México. No debemos omitir que el padrón y la credencial para votar son las herramientas más valiosas de cualquier demócrata.
Se deben disminuir los riesgos de que sean las estructuras corporativas partidistas o la posible intromisión del gobierno federal -que cuentan con los recursos humanos, económicos y técnicos para poder hacerlo-, las que aporten los registros de electores y dejen sin efecto la participación de una sociedad civil que clama ser no sólo escuchada, sino respetada en sus decisiones.
Es fundamental precisar qué sucedería si en la tercera etapa, quien gané la votación no sea quien encabece las encuestas (y no abundaré si existe alguna preferencia adicional en las encuestas que publican distintas casas encuestadoras). Como está propuesto, darle el mismo valor al voto libre y directo que a la percepción podría generar desconfianza y demeritar este gran esfuerzo en el que muchos han participado y a quienes les reconocemos su empeño por la construcción de un mejor México.
Estamos atentos a los nombres de quienes conformarán el consejo electoral interno, para hacerles llegar nuestras inquietudes sobre lo anunciado, pero también nuestra disposición de apoyar con acciones que sumen a la consolidación de un Porvenir para México.
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