Si algo distingue a una parte de la clase política de México es la facilidad con la que se cambia de opinión sobre temas y asuntos. No debería ser un problema reconocer errores, fallas o equivocaciones, al contrario, una de las mayores virtudes humanas es, sin duda, rectificar cuando los argumentos y los datos nos enfrentan con la realidad.
El problema de fondo radica en que dichas posiciones son más bien producto de estrategias electorales y no propósitos genuinos que deberían motivar la participación política. Nada más despreciable que usar una causa sólo como pretexto simulando que importa, pero sin pretender siquiera atender el problema de fondo; nada más ruin en una persona que mentir deliberadamente solo para alcanzar una posición, y vaya que de esto saben muy bien Andrés Manuel López Obrador, dirigentes y líderes de Morena, quienes, sin empacho, defienden y justifican sus constantes y permanentes posturas sobre ciertos temas.
Algunos ejemplos: el precio de la gasolina que nunca bajó; la corrupción que hoy se ve en el gobierno y tiene un aumento escandaloso; el rescate de los mineros en Pasta de Conchos; el ejército a los cuarteles; el combate al crimen organizado y un largo etcétera. ¡Qué decir de la última declaración del tabasqueño sobre Ayotzinapa! En una mañanera descalificó a “sus compañeros de lucha” y fue tal su desfachatez que, ni tardo ni perezoso, cambió la versión que lo había colocado como “el gran defensor de las víctimas y los desprotegidos”, para decirnos a todos los mexicanos que ni Peña Nieto y menos el Ejército tuvieron nada que ver con Ayotzinapa. En sus propias palabras, “tengan para que aprendan”.
Por eso ahora y ante la falta de argumentos que expliquen sus cambios de postura y el fracaso de su gobierno, incluso ante la sentencia de las autoridades electorales sobre la intervención del presidente en la elección 2024, la respuesta es: “Estás en contra de la transformación porque quieres que regresen los fueros y los privilegios”.
Pues bien, veamos entonces quién ha sido la verdadera privilegiada en esta cuarta transformación:
Privilegio es tener a tu plena disposición los recursos públicos humanos y financieros de la CDMX y del gobierno federal para viajar por todo el país y hacer campaña de promoción personal, después de que bajo tu responsabilidad se cayera un tramo de la Línea 12 del Metro, hayan muerto 26 personas y resultaran heridas más de cien… sin consecuencia legal ni política.
Privilegio es que te designen candidata a jefa de gobierno de la CDMX, ganes la elección y nombres como contralor de tu gobierno, al abogado de los padres que perdieron a sus hijos en una tragedia que pudo evitarse, cuando bajo tu administración como alcaldesa de Tlalpan, colapsara una escuela luego de un sismo, murieran 26 personas, entre ellas 19 niños, ocultaras información sobre por qué no fue clausurada si no contaba con la documentación necesaria para operar… sin consecuencia legal ni política.
Privilegio es que tu hija reciba una beca del CONACYT para estudiar en el extranjero, mientras cientos de jóvenes no podrán acceder a ellas, porque el gobierno que defiendes le quitó a esta institución, los recursos necesarios para impulsar a quienes, con méritos propios, deberían ser merecedores de esos apoyos.
Privilegio es que un empresario señalado de actos de corrupción durante el gobierno de López Obrador en el entonces Distrito Federal, que aparece en videos entregando dinero a miembros de la cuarta transformación, te pague un viaje a Europa junto con tu familia, como producto de la extorsión política de quienes llevan años perfeccionando la técnica de los sobres amarillos, a cambio de puestos, presupuestos y contratos de donde gobiernan.
Privilegio es prometer un gobierno humano, mientras que durante los casi cinco años que estuviste al frente de la CDMX, las desapariciones aumentaron en 400% e impulses como tu sucesor, al que asignaste las tareas de seguridad pública y que por cierto perteneció al equipo de quien durante esos mismos cinco años ha estado en la narrativa presidencial como uno de los “villanos favoritos” de tu protector político.
Privilegio es que hayas impulsado el nombramiento de una fiscal que se ha encargado de perseguir y encarcelar a uno de sus colegas de otro estado, con la farsa de buscar justicia para una víctima de feminicidio y que encubre descaradamente otro, mientras tu gobierno se caracterizó por reprimir las marchas de mujeres y poner el mayor número de barreras a sus derechos.
Privilegio es que los que deberían estar volcados en resolver los problemas del país, porque para eso fueron electos, se concentren en impulsar tu campaña electoral, abandonando sus responsabilidades públicas en gobiernos estatales y municipales, todo para efectivamente demostrarnos que la transformación que ofrece Morena es que los delitos y las faltas de sus miembros sean prácticamente requisitos para encabezar su movimiento en el país y en las entidades federativas.
Sí, para los cuatroteístas, la membresía tiene sus privilegios.
Y sí, es Claudia Sheinbaum una verdadera privilegiada y es Morena quien realmente no quiere que sus privilegios se pierdan
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