Para nadie es desconocida -y mucho menos extraña ni sorpresiva- la línea discursiva de polarización social y descalificación que ha caracterizado a este gobierno y que, sin duda alguna, ha trasladado al proceso electoral.
De manera confrontativa, repetitiva e incisiva, nos han dicho que esta elección se trata de izquierdas y derechas; nos repiten todos los días que esta elección se trata de buenos contra malos -asegurándonos que ellos son los buenos-; nos señalan que México está dividido entre dos bandos: los que están con la transformación y los que están en contra de la transformación.
Ellos mienten. ¡Claro que no es así! Lo que sí tenemos que hacer es una profunda reflexión de lo que en realidad se va a elegir el próximo 2 de junio.
En nuestras manos está decidir si queremos contar con medicamentos y quimioterapias para las niñas o niños con cáncer o creerle a quien promete que ahora sí estaremos como en Dinamarca y acusa de golpistas a los padres que defienden su legítima demanda.
En nuestras manos está decidir si queremos que nuestros hijos vayan a la escuela y se preparen para enfrentar al mundo y salir adelante o si estamos dispuestos a que lo único que les enseñen sea idolatrar a un presidente que se ha dedicado a destruir este país.
En nuestras manos está decidir que las madres buscadoras cuenten con el apoyo del gobierno para encontrar a sus hijos e hijas o si preferimos que las sigan descalificando y que continúen maquillando las cifras, para que los más de 100 mil desaparecidos se desvanezcan entre la indolencia gubernamental.
En nuestras manos está decidir si queremos que los mexicanos recuperemos las calles que hoy están tomadas por el crimen organizado o si se elige a quien les ofrece abrazos y una ley de amnistía que perdona todos sus delitos.
En nuestras manos está decidir si queremos una presidenta que gobierne para todos, nos escuche y corrija el rumbo del país o si se prefiere a quien tiene como estrategia para mantenerse en el poder, gobernar solo para su partido y movimiento.
En nuestras manos está decidir si queremos que nos escuchen, se respeten nuestras ideas para que se nutran de las divergencias, se acepten los desacuerdos y se valore la pluralidad o si se prefiere un México en blanco y negro, donde el que denuncia actos de corrupción es perseguido, difamado y expuesto, donde la palabra del presidente tiene más valor que la Constitución y Palacio Nacional se convierte en el tribunal que señala, exhibe y sentencia, sin que nadie tenga oportunidad de defenderse.
Tenemos que analizar todo lo que le ha pasado a México en estos últimos años. No debemos omitir ni un solo detalle de las decisiones que se han tomado en esta administración y que, lamentablemente, nos han sumido en el dolor, la división entre mexicanas y mexicanos y la desesperanza.
Debemos ser solidarios con todas y todos los que han sufrido de una o de otra manera. Indígnate por los 800 mil que murieron por la pandemia; indígnate por las miles de mujeres que fueron violadas ante la indiferencia del gobierno; indígnate por el manejo de las cifras que no reflejan ni los homicidios reales ni el número preciso de desaparecidos en cada rincón de este país; indígnate por las mentiras que nos repiten todos los días; indígnate por lo que padecen los productores de limón y aguacate, por los transportistas y por todas las víctimas del crimen organizado; indígnate por los que fallecieron a causa de la negligencia gubernamental durante la tragedia del huracán Otis. En fin, tenemos que indignarnos por los que lucharon hasta el final y perdieron la batalla.
Por estas causas y otras más tenemos que indignarnos y salir a votar.
El próximo 2 de junio no se trata de ningún líder social o empresarial. Tampoco se trata de los dirigentes partidistas Alito Moreno, Marko Cortés o Jesús Zambrano -eso se resolverá en otro momento y en otra arena-.
El próximo 2 de junio se trata de ti, de tu familia, de tu futuro, de tu tranquilidad, de tu libertad, de tu prosperidad.
El próximo 2 de junio se trata de rescatar a México. Se trata de defender las instituciones y nuestra democracia, de demostrar nuestro amor a este país y de defender la vida, la verdad y la libertad. Votemos por nuestro porvenir.
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