Hondo calaron las palabras de Xóchitl Gálvez a la candidata de la continuidad: vida, verdad y libertad, que surgieron genuinamente en los recorridos de la precandidata de Fuerza y Corazón por México, a lo largo y ancho del país.
Ninguna de ellas fue simple ocurrencia; son las enormes deudas del gobierno de López Obrador con las madres de los desaparecidos, con los damnificados de OTIS, con los migrantes, con los jóvenes, con las mujeres, con los enfermos, con los intelectuales, con los comunicadores y, en general, con el pueblo de México.
¡Cuánto debió esforzarse la científica para armar un discurso, en su cierre de precampaña, lleno de mentiras y odas a la irresponsabilidad de quien la ungió, con el que pretende convencer que el camino correcto es continuar con la transformación, esa que mantiene al país en un caos constante, en un desorden permanente y en una división generada por el odio y el resentimiento de quienes se sienten merecedores de todo y responsables de nada!
Sin empacho y ante una audiencia movilizada con el poder del gobierno, con el derroche de recursos públicos y con el cinismo que los caracteriza, la exjefa de gobierno hizo aseveraciones que se derrumban ante la realidad que no se puede ocultar. Dice que quien no reivindica los derechos humanos, no reivindica la dignidad del pueblo. ¿Cómo puede hablar de los derechos humanos cuando hoy ninguna autoridad 4teísta respeta, garantiza, procura o defiende la vida de los habitantes?
Sea por la inseguridad pública o por las lastimosas condiciones del sector salud, lo cierto es que la vida de mujeres, hombres, jóvenes, niñas y niños está en constante riesgo. Y esa clase política lo sabe.
Al amparo del ejercicio ilícito del poder político, del uso y abuso de las arcas públicas, la candidata morenista se fue al extremo de la desfachatez cuando expresó: “Destacar algo de lo que todas y todos debemos sentirnos orgullosos, llegamos a este momento de la precampaña electoral unidos y unidas, fuertes y victoriosos”.
¿Se siente orgullosa de ser denunciada, por su compañero de partido Marcelo Ebrard, por el uso de programas sociales y recursos públicos provenientes de la Secretaría del Bienestar, para “ganar una encuesta” en la que el único participante fue el presidente de la República?
¿Se siente orgullosa de ser señalada por pedir “moches” de 30 millones de pesos provenientes de las liquidaciones de trabajadores de Notimex, según lo denunció la amiga del presidente, San Juana Martínez?
¿Se siente victoriosa cuando el país está bañado en sangre por el avance del crimen organizado, bajo la mirada complaciente del gobierno que la única estrategia que muestra es la omisión?
No hay duda, el gobierno federal y su vocera en campaña se dedican a la transmisión cínica de los “otros datos”, con tal de evadir la realidad que hoy nos abruma. Según cifras oficiales, en este sexenio, con corte a diciembre de 2023, se rompió el récord con 161,518 homicidios dolosos y 4,760 feminicidios. Además, han desaparecido registros para no abultar más la cantidad de casi 111 mil personas que no han sido localizadas.
¿Con qué argumentos se atreve a asegurar que: “Ellos son el pasado, nosotros la esperanza”?
¿Qué esperanza puede ofrecer Claudia Sheinbaum a los 50 millones de personas que no tienen acceso a la salud y a quienes se les promete un sistema como en Dinamarca, pero solo están dispuestos a darles una bodega que alberga, de la forma más criminal, las mentiras a toneladas del presidente?
¿Qué esperanza puede ofrecer Claudia Sheinbaum a los mexicanos que anhelan salir sin miedo a las calles, pero que en el camino se topan con las balas de los criminales que reciben abrazos del gobierno?
¿Qué esperanza puede ofrecer Claudia Sheinbaum a las mujeres, si ni siquiera es capaz de escuchar a las madres que, embargadas por el dolor, buscan a sus familiares?
¿Qué esperanza puede ofrecer Claudia Sheinbaum para garantizar la libertad de expresión y pensamiento, cuando la constante es el ataque, la intimidación y la censura a las voces críticas y a las mentes libres?
¿Qué esperanza se puede dar a los ambientalistas y a ejercer nuestro derecho a la movilidad, si aplaude las obras a sobreprecio que destruyen el ecosistema y el metro se le cae?
¿Qué esperanza se pueda dar a quienes se les vendió la falacia de la honestidad y ven cómo se evaporan los recursos públicos en jugosos negocios turbios, para favorecer a familiares y amigos de los hoy poderosos morenistas?
¡No, con la candidata del presidente no puede haber esperanza! Es ella la que se aferra al pasado, tanto, que lo reivindica al prometer la continuidad del modelo de gobierno de los 70s: autoritario, corrupto, abusivo y arbitrario, encarnado en el mandato del hoy presidente y para comprobarlo, basta ver que los protagonistas de la transformación son los mismos de los fraudes electorales, de la corrupción de Conasupo, repetida ahora en Segalmex, de los que disfrutan las mieles de los gobiernos de todos los colores y huyen ante los “supuestos cambios” de partido, cuando en realidad solo usan disfraz de demócratas.
Hondo caló la convocatoria de Xóchitl Gálvez a defender la vida, la verdad y la libertad en el próximo proceso electoral, pues en este sexenio lo único que pudieron ofrecer los morenistas fue justamente lo contrario: muerte, mentira y opresión.
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