A poco más de 20 días de este gobierno, escasos cambios se vislumbran y, además, salen a la luz datos importantes de lo que fue la disposición perversa, manipuladora e irracional de recursos humanos y económicos en diferentes áreas de la administración pública, cuyo propósito fue -y será- meramente de carácter electoral.
Van saliendo datos y estadísticas oficiales que nos confirman la forma en que fallaron las políticas públicas de la 4T e incluso, los retrocesos a los que nos llevaron en temas como la salud, la seguridad pública, bienes y servicios para todos, democracia, legalidad y Estado de derecho.
Según el Coneval, instancia encargada de evaluar de forma objetiva, transparente y con rigor técnico, la política social, siete programas sociales del sexenio que apenas terminó, no cumplieron con mínimos criterios para avalar sus indicadores ni con el acompañamiento de rigor técnico y metodológico que harían posible una evaluación de metas y objetivos alcanzados. Con total opacidad se manejaron más de 45 mil millones de pesos.
De ahí la importancia de cuidar y proteger organismos autónomos, pues no tengo duda que, con este tipo de valoraciones, en breve el destino de este órgano -para un gobierno que dice respetar la ciencia- será de sometimiento, para seguir con el dispendio de recursos públicos y el control autoritario de la información.
¿Y en dónde está la voz de Acción Nacional?
En cuanto a la salud pública, tampoco podemos llamarnos a la sorpresa. El actual secretario del ramo nos confirma que “el propósito de una atención sanitaria igual y universal para todos aún no se ha alcanzado”, lo que confirma que solo fue un mito eso de tener un “sistema de salud como el de Dinamarca”.
El diagnóstico que el funcionario presentó sobre la situación de la salud en México nos corrobora el criminal “descuido” que hubo en este sector, reflejado no solo en el incremento de enfermedades crónicas y en la disminución de vacunas para todos, sino en el desabasto general de medicamentos básicos y especializados para pacientes con cáncer, lo cual evidencia que no se alcanzó, ni “tantito”, la universalización ni la calidad en la atención médica.
¡No tienen cómo explicar semejante fracaso, si tuvieron a su alcance todos los recursos técnicos, humanos y económicos, para solo mermar y destruir uno de los derechos fundamentales de los mexicanos: el derecho a la salud!
¿Y en dónde está la voz de Acción Nacional?
Y qué decir de los intereses de este gobierno “científico” por seguir con el sometimiento de las instituciones, que busca eliminar el orden constitucional, erosionar la división de poderes y acabar con el Estado de Derecho, llamándose descaradamente un Estado democrático cuando ha sido un Estado destructor.
Baste ver cómo explica lo mal que están quienes ahora aplican la justicia porque no van alineados con el Estado. Son destructores de la independencia del Poder Judicial al querer someterlo y controlarlo, y sin juzgadores independientes y autónomos, nada más no hay garantía de justicia.
¿Y en dónde está la voz de Acción Nacional?
Ya no quiero detenerme en la tensa y terrible situación que se vive en Chiapas, Guerrero y Sinaloa, por mencionar algunas regiones, mientras el Estado pretende imponer la “supremacía” de sus lineamientos.
¿Y en dónde está la voz de Acción Nacional?
Ante estos hechos, son lamentables los silencios de Acción Nacional frente a la expectativa de millones de mexicanos que aún esperan mucho de nosotros. No hemos estado a la altura de las circunstancias para señalar los hierros de los que hoy se proclaman “transformadores” y que ayer enarbolaron la bandera de “fue el Estado” cuando no vieron atendidos ni sus reclamos ni sus luchas, pero que en estos momentos es el Estado el que rompe el orden jurídico.
No hemos asumido el reto como oposición a un régimen autoritario e indiferente al dolor de la gente. Si queremos ser una oposición seria, responsable y especialmente democrática, estamos obligados a hacer un cambio radical, a recomponer el camino con y de la mano de los militantes, quienes tienen en sus manos la oportunidad con su voto, el próximo 10 de noviembre, de reconstruir al partido que tanto nos ha dado.
No podemos ser ni sumisos ni omisos. Hagamos de Acción Nacional la oposición digna que México se merece. Es mi compromiso y junto con las y los militantes, lo haremos realidad.
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