Empiezo por reconocer y celebrar el enorme esfuerzo que realiza el Frente Cívico Nacional (FCN) para convocar a los mexicanos a expresarse en contra de la sobrerrepresentación que pretende consumar el oficialismo en nuestro país, y exigir a las autoridades electorales que respete el sentido del voto de los mexicanos
Y digo el oficialismo porque fue la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, quien se convirtió en “la voz oficial” para anunciar el agandalle. Con ello, el presidente Andrés Manuel López Obrador, fiel a su costumbre, entregaba simbólicamente “el bastón de mando” a la también extitular de la Secretaría del Trabajo para dirigir -tan pronto termine este gobierno- a Morena.
Si se consuma esta arbitrariedad, México enfrentará los siguientes años sus mayores retos para la gobernabilidad, el Estado de derecho, la división de poderes, el respeto a la pluralidad y la libertad. Los morenistas nos han mostrado todos los días su afán controlador y con ello nos confirman que sus prioridades nada tienen que ver con la política pública y mucho menos con el bien común.
En paralelo y en apoyo a las organizaciones sociales que se han sumado a la convocatoria del FCN, Xóchitl Gálvez ha anunciado que encabezará un movimiento para presentar un juicio ciudadano ante el Tribunal Federal Electoral que defienda los votos de los mexicanos, en caso de que el INE confirme los datos presentados por el gobierno federal.
Debo reconocer que lamentablemente la dirigencia nacional de mi partido llega tarde a la batalla. Las fallas electorales y políticas cometidas en estos años son en buena parte lo que nos tiene en esta situación, que bien pudo evitarse. No obstante, confío que las acciones legales que se emprendan rindan frutos y eviten este desastre político en México.
Por eso es fundamental que en la reconstrucción de la oposición los militantes y panistas comprendan que la renovación de la dirigencia va más allá de acuerdos personales que benefician a unos cuantos en perjuicio de los mexicanos. La fuerza de la oposición debe concentrarse en recuperar la confianza de los ciudadanos, para tener su respaldo mayoritario que nos permita ganar nuevamente las elecciones.
Pero para lograrlo se requiere forzosamente el resurgimiento del PAN municipalista, el que se construye desde la célula más importante de la sociedad, el que se encuentra en las colonias, en los barrios, en las comunidades. El que se organiza desde las distintas visiones de México, el que nos permitió consolidar nuestro nacimiento.
El PAN inició sus batallas por este país con la lucha municipalista y la democracia, y hoy más que nunca se requiere ese partido que entienda que la organización nacional no será posible sin la organización local.
La reconstrucción de Acción Nacional no se puede acordar desde algunas oficinas de la Ciudad de México sin entender el contexto nacional, las necesidades locales y las realidades de cada rincón del país, que son completamente diferentes entre sí. No se conoce a un estado sólo por la repartición de espacios entre las élites partidistas.
El padrón de militantes concentra su mayor número de afiliados en tan solo 5 entidades: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Veracruz y Puebla, por lo que la estrategia de quienes han controlado los órganos internos del partido se ha concentrado en los acuerdos con diversos personajes políticos de esos estados y cediendo el control partidista en el resto, ignorando la necesidad de fortalecer al PAN en cada entidad.
Por eso mi apuesta al PAN municipalista, pues ante los riesgos que corremos como país es la legitimidad social que emana desde cada rincón del país la que podrá permitirnos enfrentar a un régimen que cada día se acerca más al autoritarismo.
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