El caso de Venezuela nos demuestra cómo la intervención de organismos internacionales para tratar de proteger la democracia en un país es muy poco eficaz.
No existen garantías básicas en muchas áreas, y si a esto se suma la desaparición de la autonomía del Poder Judicial el panorama se ensombrece todavía más.
La IA es una herramienta que no tiene fines ni juicios ni libertad, ni puede prever el futuro, puede imitar o reproducir algunas funciones de la inteligencia humana, pero sin autonomía ni libertad.
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