Continuamos con esta serie de perfiles sobre los cinco candidatos presidenciales. En este artículo, Salvador Reding, columnista de Yo Influyo, nos ofrece una reflexión sobre la trayectoria de Margarita Zavala, quien tiene una carrera política propia.
Se supone que todo México sabe quién es Margarita Zavala Gómez del Campo, pero eso se vuelve relativo, dadas las diferentes visiones que de ella existen, las de partidarios, así como las de los enemigos del PAN, otras en contra de su marido (por extensión), y las que presentan quienes la acusan de todo, por haber buscado una candidatura fuera del PAN, en general grotesca guerra sucia.
Durante años, en particular cuando su esposo Felipe Calderón fue presidente, no se sabía casi nada de su carrera política, ni de su vida profesional y familiar, etiquetándola solamente como “primera dama” (etiqueta que ella negaba, pues “ese cargo” no existe, dijo entonces).
Sin embargo, su carrera política dentro del PAN y como diputada que fue, han permanecido en el misterio, y eso debido a una falla sistemática del panismo: deficiente comunicación social. Su carrera de abogada, la ha desempeñado tanto al interior del partido como en el ejercicio privado de su profesión. Tampoco se conoce su permanente labor como maestra de Derecho, algo que mantuvo aun estando Felipe en la presidencia.
Tampoco se conoce su trabajo en el sexenio 2006-2012, a favor de niños migrantes y otras obras sociales, posibles y desarrolladas exitosamente con el DIF nacional. También logró éxitos en el medio diplomático. En todos estos casos, en la política, en la profesión y en la docencia, la carrera de Margarita es ejemplar.
Fue Margarita víctima de ataques como parte de los hechos contra Calderón como presidente. Se le acusó de algo absurdo, por ejemplo, de “proteger” a una parienta que es socia de la empresa de la Guardería ABC, cuando la responsabilidad y las investigaciones estaban orientadas al gobierno sonorense de Bours. Los responsables están en la cárcel. Nada había siquiera que proteger.
Teniendo una excelente imagen dentro del PAN, pretendió presidir al partido, pero oportunamente retiró su candidatura, dando a conocer que su interés era la presidencia de la República. Las preferencias ciudadanas le daban una gran ventaja en porcentaje nacional. Con esa confianza pretendió convencer a Ricardo Anaya y al Comité Ejecutivo Nacional, de que sería una candidata que podía ganar, vencer a Andrés Manuel López Obrador y regresar al PAN a Los Pinos.
En contra, tenía la imagen de ser la esposa del expresidente Calderón, y se decía, por quienes no la conocen o deseaban dañarla, que era una idea de Felipe para volver él a gobernar al país, a través de su cónyuge.
Pasaron los meses y Ricardo Anaya maniobró con mucho éxito para convertirse en el candidato del PAN a la presidencia, de tal forma que ni Margarita ni alguno de los otros aspirantes tenía oportunidad de ser el elegido.
Ante una situación de hecho, imposibilitada siquiera para entra en un proceso interno que se convirtió en una bien armada farsa (perfectamente comprobable), Margarita decidió “irse por la libre”. Toda su actividad para ser candidata panista, a lo largo y ancho del país, la llevó a un esquema propio, de acuerdo con las “nuevas reglas” de candidaturas independientes.
Margarita llegó al debate con desventadas en promoción política, muy desproporcionadas frente a las facilidades y beneficios que la Ley da a los candidatos de partido. Tiene a su favor una vida intachable, que resiste cualquier intento de desprestigiarla, y tiene también a su favor a militantes y simpatizantes panistas que justifican, y ven con buenos ojos su candidatura independiente. Pero tiene en su contra a muchos panistas que ven sus acciones como traición al partido. Y, ah, a enemigos que buscan sacarla de la jugada en favor de sus propios candidatos.
Tiene experiencia en política de partido y electoral, habiendo participado en campañas de otros candidatos, y la que ganó en meses de promoción de los años pasado y antepasado, y también en debate parlamentario.