La otra agenda de López Obrador
La obsesión de López Obrador por el poder, por su poder, no conoce límites, pues todo lo que no se ajusta a sus augustos deseos lo pretende destruir.
La obsesión de López Obrador por el poder, por su poder, no conoce límites, pues todo lo que no se ajusta a sus augustos deseos lo pretende destruir.
En su discurso de investidura, el presidente Biden prometió la reconciliación y la unificación de toda la sociedad estadounidense.
El derecho de los padres de familia para educar a sus hijos poco a poco se ha convertido en un falso “derecho” del Estado.
La religión es el hecho cultural por antonomasia porque constituye una forma de vida. Esa forma de vida ha permeado en todas las culturas a través de los siglos.
La “intelectualidad” no pudo ver lo que se estaba cocinando durante 18 años, en esa izquierda que ama la Revolución como hacedora de la historia.
Los auténticos derechos humanos no son invención de nadie, menos del neoliberalismo.
Los tlaxcaltecas, los totonacas, los cholultecas y más estaban hartos de la sangrienta dominación de los aztecas y vieron, en los españoles, la esperanza de su liberación.
El Plan de Iguala les concedía a los mexicanos la facultad de darse leyes y formar gobierno, a la vez que destruía la odiosa diferencia de castas y de razas.
Se dice que los insurgentes querían separar la Nueva España de la metrópoli, pero el cura Miguel Hidalgo no tenía la menor idea de lo que significaba independencia.