Todas las reformas tienen de común denominador que no buscan la justicia, sino la aglutinación del poder al servicio del Poder Ejecutivo a costa del Poder Judicial.
El destino orwelliano no será fatal si defendemos la división de poderes y dejamos de asignar culpas que no tienen ni Mariano Otero ni Manuel Crescencio Rejón.
La intervención del gobierno en contra de la libertad es totalmente evidente. Empezó con la televisión pública y con los programas que tienen en favor del Estado.
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