La IA es una herramienta que no tiene fines ni juicios ni libertad, ni puede prever el futuro, puede imitar o reproducir algunas funciones de la inteligencia humana, pero sin autonomía ni libertad.
Los gobernantes necesitan la ayuda de sus ciudadanos y a su vez cada ciudadano ha de colaborar desde su lugar a señalar las necesidades y la honestidad para alcanzarlas.
La exclusión de Dios de la sociedad produce un grave deterioro en la moral, en el desarrollo intelectual, en la identidad de las personas, en la cohesión de las familias.
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