Hasta el momento lo único que ha dado resultado ha sido el aislamiento, así como la serie de medidas profilácticas que han impedido que nos contagiemos unos a otros.
La noticia más extendida y comentada durante los últimos días a nivel mundial es la referente a la vacuna que habrá de aplicarse para detener la propagación de la mortal pandemia del Coronavirus.
Llevan ya varios meses médicos y científicos trabajando a marchas forzadas en los laboratorios con el fin de conseguir el medicamento que se supone habrá de librarnos de la tragedia que llevamos casi un año padeciendo.
Millones de personas en el mundo entero tienen puestos todas sus esperanzas en un fármaco al cual se le atribuyen resultados casi milagrosos.
Sin embargo, preciso será puntualizar algunos aspectos.
En primer lugar, es importante señalar que la vacuna tiene solamente efectos preventivos, no curativos.
Esto significa que quienes se encuentren ya contagiados y estén pasándola muy mal en los hospitales, la vacuna poco o nada podrá hacer para curarlos.
Al señalar que la vacuna tiene efectos preventivos, esto significa que todos aquellos a quienes se les aplique –salvo sorpresas de última hora– podrán sentirse relativamente tranquilos al ver que no será tan fácil que se contagien.
No obstante, conviene que quienes sean vacunados no bajen la guardia, que continúen manteniendo una actitud prudente y que esperen a ver cómo se van desarrollando los acontecimientos.
Y es que pudiera ser que la primera fase de aplicación de la vacuna sea algo así como un experimento y que se vaya perfeccionando conforme más avanza la Medicina en el conocimiento de la enfermedad.
Esa es la razón por la cual sería una imprudencia bajar la guardia, frecuentar lugares donde existe riesgo de contagio, dejar a un lado el cubrebocas y pretender hacer la misma vida que hacíamos hace un año.
Y es que, conforme más se vayan conociendo las características medulares del COVID-19 se estará en condiciones de poder emitir un juicio y, por ende, dar con el tratamiento adecuado.
Y es aquí donde se encuentra el segundo aspecto del problema: El tratamiento.
A todos aquellos –millones en todo el mundo– que se encuentran ya contagiados de nada les servirá una vacuna que tiene tan sólo efectos preventivos.
Aquí lo importante es que la ciencia médica –así como fue capaz de elaborar la ansiada vacuna– sea también capaz de encontrar el tratamiento adecuado que permita devolverle la salud a los millones que se encuentran sufriendo a lo largo de nuestro ancho mundo.
Sin menospreciar el logro que supone haber elaborado la vacuna, el mayor de los éxitos consistiría en dar con el tratamiento que permita la curación de quienes están padeciendo tan terrible mal.
Sin embargo, esto va para largo y si las cosas marchan como todo mundo desea, pudiera ser que apenas dentro de un año estemos en condiciones de respirar un ambiente más tranquilo.
Ahora bien, entre lo que llega la vacuna y se da con el tratamiento adecuado, lo más prudente es que todos sigamos cuidándonos y para ello es imprescindible el uso del cubrebocas, lavarse las manos continuamente con jabón, no frecuentar lugares concurridos y evitar conductas imprudentes que nos puedan poner en riesgo.
Hasta el momento lo único que ha dado resultado ha sido el aislamiento, así como la serie de medidas profilácticas que han impedido que nos contagiemos unos a otros.
Ahora comprendemos cuan cierto es aquello de que vale más prevenir que lamentar.
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