Del 2020 al 2030 cada año debería disminuir la producción mundial de carbón en 11%, la de petróleo 4% y la de gas 3%, de esta manera podría reducirse 1.5 grados centígrados la temperatura del orbe.
La evidencia científica muestra que a fin de limitar el calentamiento global, la producción de combustibles fósiles en el mundo debe reducirse seis por ciento cada año, pero en contrasentido varios países han proyectado incrementar su producción de carbón, petróleo y gas, con lo cual no se lograrán los objetivos del Acuerdo de París, destaca el Informe sobre la Brecha de Producción 2020, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés).
El informe advierte que la brecha de producción sigue siendo grande y que varios países planean producir más del doble de la cantidad de combustibles fósiles en 2030 de lo que sería consistente con un límite de temperatura de 1.5 grados centígrados.
En cuanto a la producción de petróleo, el estudio indica que para el período 2020-2030, México prevé incrementarla en 50 por ciento, mientras que Brasil y Emiratos Árabes Unidos planean aumentarla 70 por ciento cada uno, y Argentina ha apuntado el incremento de su producción fósil petrolera en 130 por ciento.
En este sentido, el análisis señala que en la próxima década cada año debería disminuir la producción mundial de carbón en 11 por ciento, la de petróleo en cuatro por ciento y la de gas en tres por ciento para de esta manera buscar reducir a 1.5 grados centígrados la temperatura del orbe.
Ivetta Gerasimchuk, autora principal del informe y líder de suministros de energía sostenible en el Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (IIDS), dijo que el impacto de la demanda impulsado por la pandemia y la caída de los precios del petróleo este año han demostrado una vez más la vulnerabilidad de muchas regiones y comunidades que dependen de los combustibles fósiles.
Señaló que la única forma de salir de esta trampa es la diversificación de estas economías más allá de los combustibles fósiles.
Consideró que “lamentablemente, en 2020 vimos a muchos gobiernos duplicar el consumo de combustibles fósiles y afianzar aún más estas vulnerabilidades. En cambio, los gobiernos deberían dirigir los fondos de recuperación hacia la diversificación económica y una transición a energías limpias que ofrezcan un mejor potencial económico y de empleo a largo plazo. Esta puede ser una de las empresas más desafiante del siglo 21, pero es necesaria y alcanzable“.
Por otra parte, Inger Andersen, directora ejecutiva de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, dijo que “los devastadores incendios forestales, inundaciones y sequías de este año y otros eventos climáticos extremos que se están desarrollando sirven como recordatorios poderosos de por qué debemos tener éxito al abordar la crisis climática. Mientras buscamos reiniciar las economías después de la pandemia de COVID-19, invertir en energía e infraestructura con bajas emisiones de carbono es bueno para el empleo, la economía, la salud y el aire limpio”.
En tanto, Michael Lazarus, autor principal del informe y director del Centro de Estados Unidos, afirmó que la investigación es muy clara al señalar que el mundo enfrentará una alteración climática severa, si los países continúan produciendo combustibles fósiles a los niveles actuales o mayores como lo han planeado al menos en los próximos 10 años.
Asimismo, señaló que el estudio también ofrece propuestas claras sobre las alternativas de solución para que los países puedan transitar hacia el uso de energías más limpias de manera justa y equitativa.
El informe fue elaborado por el Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI), el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), el Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI), E3G y el PNUMA. Docenas de investigadores contribuyeron al análisis y revisión, abarcando numerosas universidades y organizaciones de investigación adicionales.
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