En la administración del presidente, decenas de personas perdieron la vida por su negligencia y estupidez en Tlahuelilpan.
Pesimista como soy, habitado por ese geniecillo maligno que murmura en mi oído: “Piensa mal y acertarás”, sé que no va a ocurrir, que no va a pasar ni de chiste, pero aquí estoy a pie firme, esperando. ¿Qué? Un moreno.
Para evitar malinterpretaciones, conste que no me estoy refiriendo a ningún individuo de color serio, sino a algún espécimen de esa fauna política afiliados a ese engendro amorfo (¿o poliforme?, ¿o deforme?) que es Morena. Un moreno, uno solo, que me explique –y justifique– la decisión más estúpida y criminal (de todas las decisiones estúpidas y criminales), que jamás nadie en el Gobierno de este país había adoptado sonriente y tranquilo: condenar vidas y haciendas de cientos de miles de personas.
Desde un helicóptero –para no irse a enfermar si se moja las patitas–, [1] el presidente, Andrés Manuel López Obrador, admitió que en el manejo de las aguas de la presa Peñitas se optó entre “inconvenientes” y se decidió inundar zonas bajas, indígenas y “pobres” de Tabasco para salvar Villahermosa, la capital del Estado [2] idílico (Ven, ven, ven, ven, ven, ven, vamos a Tabasco…).
A nadie debería extrañarnos, al arranque de esta administración, decenas de personas perdieron la vida por su negligencia y estupidez en Tlahuelilpan. [3] Escribí en aquella ocasión: “No, no me interesa contemporizar; cualquiera que defienda al imbécil asesino del actual presidente de la República él es, también, si no asesino, por lo menos imbécil. Así como se lee, con todas sus letras”; [4] pues volvió a ocurrir. Hace menos de una semana volvió a ocurrir.
En una versión renovada de emperador romano de petatiux, el presidente decidió quién debía vivir y quién debía morir en su natal Tabasco; quién quedarse en la ruina y quién no. Sin ningún criterio, sin ninguna ley de por medio, por sus tompiates, condenó a millares al infortunio; él, un pobre ignorante que públicamente ha admitido que de milagro terminó la escuela. [5]
Viendo tanto desmán, tanto atropello, tanta decisión arbitraria y recordando que viste trajes a la medida gracias a su sastre “de Ecatepec”, [6] recordé Noticias del Imperio de Fernando del Paso, de donde me robé este párrafo –y algunos versos– cuando, hablando de Juárez, escribe: “si la levita estaba cortada a la medida, la patria, en cambio, le quedaba grande y se le desparramaba mucho más allá de Oaxaca y mucho más allá también del siglo en el que había nacido. Y por eso de que ‘aunque la mona se vista de seda mona se queda’, las malas lenguas le compusieron unos versitos:
‘Si porque viste de curro
cortar quiere ese clavel,
sepa hombre, que no es la miel
para la boca del burro;
huela, y aléjese del…’”. [7]
Por eso estoy esperando a un moreno, uno que venga a explicarme –no a atacar a Calderón, Peña o Fox– el fundamento legal de la determinación, sus criterios técnicos y, sobre todo, lo pertinente y lo justo de la misma. De preferencia, uno de esos imbéciles que votó por él y sigue enamorado, rendido a sus pies.
[1] Artículo de Pedro Domínguez y José Antonio Belmont titulado: “No soy fifí… si me mojo, me”, publicado el 17 de noviembre de 2020, por el periódico Milenio.
[2] Artículo de Armando Guzmán titulado: “AMLO dice que decidieron inundar zonas pobres para salvar Villahermosa”, publicado el 15 de noviembre de 2020, por la revista Proceso.
[3] Artículo de la redacción con el título: “Por qué policías y militares no dispersaron a la multitud que robaba combustible en Tlahuelilpan”, publicado el 21 de enero de 2019 por el periódico El Universal.
[4] Asesinato en primer grado o de las razones de la sinrazón, publicado el mes de enero de 2019.
[5] Visible en el sitio: https://www.youtube.com/watch?v=AH8VeESCmQk&feature=emb_rel_end Consultado el 18 de noviembre de 2020 a las 19:50 h.
[6] Visible en el sitio: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/amlo-revela-que-manda-hacer-sus-trajes-con-un-sastre-de-ecatepec Consultado el 18 de noviembre de 2020 a las 19:30 h.
[7] DEL PASO, Fernando. Noticias del Imperio, Diana, México, 1987, p. 18.
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