“Hoy más que antes, nos necesitamos para, a partir de la fe, de esta mirada de trascendencia y convicción de la eternidad, reconstruir el estilo de vida de nuestra sociedad”, dijo el Cardenal Carlos Aguiar Retes, en la homilía de la Santa Misa en la que tomó posesión de su encargo como Arzobispo Primado de México, desarrollada en la Basílica de Guadalupe tras la Profesión de Fe, hecha en la Catedral Metropolitana.
De esta forma convocó “a todos para afrontar los retos de nuestro tiempo, en comunión y coordinación, descubriendo juntos la tarea que corresponde a cada sector, mediante la escucha recíproca y la puesta en común, en camino sinodal, como lo está pidiendo el Papa Francisco”.
Reconoció que existen situaciones que hay “agresiones que denigran nuestra dignidad humana”, que promueven la confrontación, y son situaciones que no deseamos, así subrayó que debemos ser generosos “para dejar a las nuevas generaciones una Ciudad de humana y humanizante”.
Durante su mensaje busco hacerse eco del Papa Francisco al mencionar que “desde el principio de su Ministerio se presentó como pecador y necesitado de oración y bendición del pueblo; yo también me uno a esa expresión de humildad y les pido desde este primer día, su ayuda y oración”.
Señaló que la “toma de conciencia del barro que somos, de nuestra visitante fragilidad y muchas limitaciones, es el punto clave para descubrir las maravillas que Dios hace a través de nosotros en los demás, y la auténtica humildad nos agiganta sin pretenderlo”.
El Arzobispo Aguiar en diferentes ocasiones citó el discurso del Papa Francisco que pronunció en la Catedral Metropolitana de esta Ciudad en su vista de febrero de 2016 a los obispos mexicanos.
En consonancia con ese discurso propuso como objetivo que “las miradas de ustedes, reposadas siempre y solamente en Cristo, sean capaces de contribuir a la unidad de su Pueblo; de favorecer la reconciliación de sus diferencias y la integración de sus diversidades; de promover la solución de problemas endógenos; de recobrar la medida alta, que México puede alcanzar si aprende a pertenecerse a sí mismo antes que a otros; de ayudar a encontrar soluciones compartidas y sostenibles a sus miserias; de motivar a la entera Nación a no contentarse con menos de cuánto se espera del modo mexicano de habitar el mundo”. Con este objetivo, señaló “nos prepararemos para los 500 años del Acontecimiento Guadalupano”.
Por otro lado, al tratar las lecturas de la celebración, aquellas propias de la conmemoración del martirio de San Felipe de Jesús, primer santo mexicano, señalo que la muerte para el discípulo de Cristo, siempre es “el paso a la vida eterna”, aseguró.
“Hoy al iniciar mi ministerio como Arzobispo de esta Iglesia Primada de México les expreso mi confianza y mi gran esperanza de que el Señor hará maravillas entre nosotros”. Al concluir su mensaje, pido a todos ponerse de pie para “mirar a María de Guadalupe para juntos saludarla e invocar su auxilio”, para lo cual se rezó el Avemaría.