Como lo ha señalado una connotada internacionalista, Lila Abed, Chávez se consolidó políticamente posicionando la idea de que “el pueblo gobernaba”.
Una de las frases más recordadas de Hugo Chávez, la dijo en 2005, “Ser rico es malo, es inhumano. Así lo digo y condeno a los ricos”. AMLO en mayo de este 2020, dijo “la pregunta que se hacía años anteriores era ¿qué haremos con los pobres?, la pregunta ahora es ¿qué hacemos con los ricos?”.
Para muchos querer comparar a los líderes venezolanos con AMLO es algo caricaturesco y un exceso. No pocas personas aseguran que “México jamás podría ser como Venezuela”.
Habrá que recordar que Chávez llegó al poder en 1998 prometiendo una “revolución” que cambiaría al país, una refundación republicana que regeneraría la política y lograría la justicia social, se presentó como el salvador de los venezolanos.
El país sudamericano en la década de los años 70 se había beneficiado del boom petrolero, a esos años se les conoce como “la Venezuela saudita” por un rápido desarrollo de la infraestructura y de la inversión pública. Pero en la década siguiente, ese auge terminó con la caída de los precios internacionales del petróleo, que junto con la deuda y el desempleo asfixiaron al país. En la década de los años 90, al igual que en México, el gobierno privatizó empresas estatales, pese a ello la situación económica no mejoró y junto con nuevos impuestos, la inestabilidad social creció; la élite política se había distanciado del pueblo y eso facilitó que un personaje como Chávez llegara al poder, un militar que propuso romper con la política tradicional, que capitalizó el descontento, y que tras un fallido golpe de Estado, su encarcelamiento y posterior liberación, fundó su propio partido político “Movimiento Quinta República” con el que ganó las elecciones.
Como lo ha señalado una connotada internacionalista, Lila Abed, Chávez se consolidó políticamente posicionando la idea de que “el pueblo gobernaba”, prometió terminar con la corrupción, creó una nueva Constitución, sometió a la Corte Suprema, construyó una alianza cómplice con el ejército, inició una brutal embestida contra sus críticos en medios de comunicación, provocó la salida de inversión extranjera del país, se enfocó en nacionalizar empresas y volver a concentrar el poder económico en manos del Estado y apostó por promover su imagen de forma diaria en medios de comunicación.
Esta semana en México, se confirmaron dos muy preocupantes realidades: Por un lado, en la Cámara de Diputados –sin importar las opiniones de expertos, representantes de los sectores o análisis en medios– se aprobó la desaparición de 109 fideicomisos (entre ellos el de desastres naturales o el de gastos catastróficos que cubría enfermedades y tratamientos a beneficiarios del Seguro Popular) que le darán a AMLO el control discrecional y opaco de 68 mil millones de pesos, en una clara muestra de que el Poder Legislativo no es un poder independiente bajo la lógica republicana sino que está postrado ante la voluntad y el capricho presidencial. La segunda terrible noticia fue la validación en la Suprema Corte de Justicia como constitucional de la consulta propuesta por AMLO. El presidente doblegó a la mayoría de los ministros, no sabemos si por la presión ejercida desde las mañaneras o si lo hizo mediante el amedrentamiento con el uso político de la Unidad de Inteligencia Financiera. Baste recordar que fue a raíz de darse a conocer que se investigaban sus antecedentes financieros que Medina Mora presentó su renuncia a la Corte en 2019.
Con un Poder Legislativo y un Poder Judicial arrodillados, lo que queda es el poder de un solo hombre. Un gravísimo retroceso democrático que nos acerca cada vez más a la realidad venezolana. Sí, no somos Venezuela, pero hoy ya hay 12 millones de nuevos pobres, hoy México abandonó la lista de los 25 países más atractivos a la inversión extranjera, en las calles cada día hay más protestas ya sea tomando carreteras, vías férreas, presas o plazas públicas; hoy no hay un proyecto económico para que el país salga a flote y se sigue tirando cada vez más presupuesto en Pemex cuando en pocos años la tecnología dominante será la electricidad. A quienes respaldan a AMLO y a quienes no coinciden con él debería alarmarlos el rumbo que está tomando México. Que la frustración o la necesidad no nos ciegue como país, no es ni debe ser un tema de pobres contra ricos, no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando a todos nos están enfilando al despeñadero. No seamos Venezuela del Norte, estamos a tiempo. Este 2021 será un año clave, hagamos lo correcto, informémonos y enteremos a otros.
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