Este vacío que el 15 de septiembre fue forzado por las circunstancias y también por el Ejército que literal ni a misa dejó pasar.
Esta ñora estuvo a punto de no ver la transmisión del Grito, no porque hubiera empezado la celebración con tequilas desde muy temprano como algún malpensado pudiera suponer, sino que le entró el desguance por lo triste que está la situación. A esta ñora como a muchos le llegaron muchos memes y mensajes de que no había nada que celebrar porque los muertos por la no-estrategia contra el coronavirus se acumulan cada día más; la crisis económica se agrava, la inseguridad crece y las claras represalias a los opositores se hacen sentir usando para el mal (tal cual) las atribuciones del malvado Nieto, no Peña, sino el de la UFI.
Con todo eso, y de pilón que en el balcón saliera el le-doy-el-pésame-a-mi-bien-pagada-asistente-pero-no-a-la-familia-de-la-mujer-asesinada-por-protestar-en-Chihuahua, que es responsable en gran medida de la espiral sin fin de malas noticias y de la pérdida de rumbo pues no estaba muy atractivo. Pero una ñoramiga la zapeó, no personalmente, en esta ñoracasa se guarda todavía el no hacer reuniones, con una reflexión: México es más que quien ocupe el cargo, la celebración del inicio de nuestra Independencia debe ser motivo para unirnos precisamente por eso.
Así que lo vio, esta ñora por más que se muera por comentar el vestido de la no-primera dama ni la rigidez del rostro y la tensión con la que con-la-rifa-como-con-todo-salió-más-caro-el-caldo-que-las-albóndigas, no lo hará, porque ahora se trata de concentrarse en lo que no estaba en la plancha del Zócalo. Esta vez, por circunstancias que nadie imaginó lo que enmarcó este Grito fue: el vacío.
Este vacío que el 15 de septiembre fue forzado por las circunstancias y también por el Ejército que literal ni a misa dejó pasar. Pero esta ñora espera que sea simbólico en otro sentido: que sea algo así como la crisálida (lo que tiene estudiar con la escuincla, perdón, la bendición) de la que salgamos no convertidos en mariposas, pero sí en ciudadanos que es lo que necesitamos ser hoy (lo que hubiéramos necesitado ser siempre) y mañana.
Para esta ñora, los ciudadanos son el antídoto a la situación actual, porque no se trata de sólo decir no queremos Santa Lucía, o que se vayan o repetir no son iguales son peores, se trata de alejarse de la trampa maestra de utilizar los términos que el-ya-se-me-fue-el-avión-y-ahora-me-enredo-en-si-consulta-o-no-consulta usa en sus interminables mañaneras ni siquiera para burlarse. Se trata de no quedarse nada más en la burla o en la repetición interminable de las locuras que dice o en reírse de los múltiples videos que a sus expensas se hacen. Se trata de empezar a decir más fuerte y más alto y sin descanso que sí queremos y cómo lo queremos.
Nadie dudará de que, para muchas ñoras, el hablar es una de nuestras fortalezas. Pues es el momento de usarla para hablar hasta con el perico de qué sí quiere y de cómo quiere que se resuelvan los problemas. Esta ñora está convencida de que se tiene que construir una agenda ciudadana a la que se adhieran los hoy diputados, que ya son candidatos porque hay reelección, o los candidatos de cualquier partido.
Esta ñora está convencida de que es el momento de invertir el ritmo de las próximas campañas políticas y hacerlas primero de los ciudadanos. Pero los ciudadanos no los crean los políticos, los políticos crean clientelas a los ciudadanos sólo los forman los ciudadanos. O sea, los de a pie. Las ñoras, los ñoros, las abueñoras, los abueñoros y claro los escuincles, perdón las bendiciones mayores de edad, y de una vez, los menores para que vayan aprendiendo.
Esta ñora ha perdido la esperanza de que los políticos cambien, pero no la de que los ciudadanos lo hagan para ser más comprometidos, más propositivos, más exigentes y más involucrados; básicamente esas son las cualidades de los ciudadanos, nomás hay que estrenarlas y no dejar de usarlas de aquí pa’l real. Esta ñora tiene clarísimo que renunciar a ellas nos costó mucho. Es necesario recordar que la política es más que el ejercicio del poder o la administración pública, y por eso esta ñora confía en que este desastre deje la permanente lección de que dejar la política en manos de los políticos es una pésima decisión.
Te puede interesar: Que la chancla que yo tiro no la vuelvo a levantar
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com