Nunca han trabajado en una empresa productiva, y no saben lo que es pagar una nómina con su dinero.
Con la destrucción del Muro de Berlín en 1989, el abandono de las políticas marxistas en la URSS, la destrucción a martillazos de las estatuas de Marx y Lenin, y la quema de libros de Marx en 1991, se vuelven obsoletas las teorías de la lucha de clases, del inevitable robo de la plusvalía del patrón a los trabajadores y las críticas al “Imperialismo Yanqui”.
Pero en varios países de América Latina todavía hay gobernantes que se les paró el reloj hace 50 años, y siguen con las mismas frases que utilizaban los jóvenes socialistas en los años 70.
Un subsecretario del gabinete del presidente López Obrador acusó al neoliberalismo, entiéndase capitalismo, de que “impulsó un imperialismo alimentario y una colonización de nuestro paladar”, lo que significa que la mayoría de los mexicanos ya no comen tacos, tortas, chilaquiles y agua de horchata, sino pizza y Coca Cola, que los marxistas de hace medio siglo le llamaban “las aguas negras del Imperialismo Yanqui”.
Pensé que esa terminología era del pasado, pues desde las últimas décadas del siglo XX ya las consideraban en desuso.
Otro alto funcionario del SAT, con estudios de posgrado en EUA, al igual que el subsecretario, país donde comían pizza y Coca Cola, despotricó contra las grandes empresas y comentó que si se largaban no pasaba nada en México, tal como creyó Chávez, y vean cómo les ha ido a los venezolanos.
Preocupante que el presidente López Obrador este rodeado de funcionarios que presumen estudios de posgrado en el Imperialismo Yanqui, no en Cuba ni Venezuela y no analizan los resultados del sistema que defienden. La mayoría de ellos son “burgosocialistas”, viven como burgueses, pero piensan como socialistas. Nunca han trabajado en una empresa productiva, y no saben lo que es pagar una nómina con su dinero. Están llenos de resentimientos y odios contra todo lo que huela a empresa privada, a las que consideran instrumentos del capitalismo explotador, pero mandan a sus hijos a escuelas privadas para educarlos y a hospitales privados para curarlos.
Ojalá a esos funcionarios, envenenados por las ideas obsoletas de Marxismo-leninismo, los envíen a las embajadas de Cuba y Venezuela y les paguen lo mismo que gana un profesional cubano o venezolano, a ver si todavía regresan con la misma visión que tenían los socialistas hace 50 años. Leer monografía “El México neosocialista”, publicado por el CISLE A.C.
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