Deje en claro su inocencia, que abusaron de su buena fe y disposición de sacrificarse por la patria.
La declaración de Emilio Lozoya, filtrada a los medios esta semana, es una recomendable lectura. No por las acusaciones que trae sino por el estilo de novela de aventuras que tiene. Hay cosas de carcajada. Así que si ya sabe usted, lectora, lector, lectore (Gilga dixit), quiénes son los señalados por el corruptazo de moda auspiciado por el presidente López Obrador. Pasemos a algunos apuntes del documento –con el que ya cuentan las autoridades– por si algún día tiene que hacer usted alguna declaración para culpar a sus enemigos o a quienes le solicite el Presidente.
• Usted tiene que hacer que el lector, el escucha, pueda imaginarse una escena de alta corrupción, de mafia internacional, una reunión de malos, malísimos. Para eso le puede servir el siguiente párrafo: “…tuve una reunión en la cafetería El Globo (…) la instrucción era gestionar recursos económicos para cubrir diversos pagos (…) y que Odebrecht aportara seis millones de dólares”. Todo el mundo sabe que las grandes operaciones de mafiosos se hacen en El Globo. Uno le da un trago a su capuchino, se mete medio garibaldi o una concha de chocolate y, con la boca llena, pide seis millones de dólares sin que nadie se dé cuenta.
•Deje en claro su inocencia, que abusaron de su buena fe y disposición de sacrificarse por la patria: “Yo no conocía bien a Enrique Peña Nieto ni a Luis Videgaray Caso…” , luego proceda a describir la cantidad de delitos que los personajes que no conocía bien le obligaron a hacer: “me instrumentaron para configurar una asociación de corte delictivo…” hasta que años después llega usted a una convicción como la siguiente en la que describe su ambiente de trabajo en el gobierno: “En el marco de este ambiente de poder y corrupción –como si se tratase de crimen organizado–…” esto le dejará a la gente una sensación de que abusaron de usted sin que se diera cuenta y ganará la confianza y simpatía de la gente.
•Use un lenguaje claro, que la gente pueda imaginar cómo habla usted en su trabajo: “…le informé que simplemente no había avanzado en la obtención de recursos ilegales.” Cualquiera entiende que si ves al jefe y te pregunta ¿has avanzado en la obtención de recursos ilegales? y uno dice que no, que no ha obtenido recursos ilegales. Pláticas cotidianas, pues.
•También hable de sus éxitos personales, de las cosas que lo motivaban a continuar con su labor, como por ejemplo cuando el todopoderoso secretario y jefe de usted le dice: “muy bien campeón: vamos con todo”. Esto va a permitir que uno pueda imaginar que no todo era obscuridad, sino que recibía reconocimientos y alicientes, en palabras decentes, propias de gente de bien, que anima con frases paternales y cariñosas a sus compañeros de trabajo.
•Explique a la gente cosas que le suenen normales, que sean entendibles para que las imaginen. “Los legisladores señalados tenían una actitud muy agresiva, ya que inclusive amenazaban con boicotear la reforma energética sino recibían sus sobornos”. Cualquiera imagina un político diciendo: dame mi soborno HDTPM, exijo mi soborno, dámelo ya, quiero mi sobornoooooo.
•Finalice con un llamado al patriotismo, un gesto de arrepentimiento genuino, algo creíble que muestre su lado humano, conmovedor, algo de tono heroico: “Por ello, en este momento me constituyo como coadyuvante del Estado mexicano, a fin de que se conozca la verdad, se realicen las reparaciones de los daños causados e implementen garantías de no repetición de hechos como los señalados y se haga justicia”. Casi nadie se va reír cuando concluya con algo así.
Ya tiene usted los tips para rehacer una mala imagen con una declaración contundente y acabar con quienes le hicieron tanto daño. “Muy bien, campeón: vamos con todo”.
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