Después de dar marcha atrás a la Reforma Educativa y anunciar que se haría la Nueva Escuela Mexicana aún no se modifica de manera sustantiva ni planes ni programas de estudio.
Aunque cada año esta ñora pasaba largas tardes quejándose y forrando los libros de los escuincles, perdón, las bendiciones, ahora debe confesar que lo extraña un poco. Era una tarea ingrata que esta ñora admite hacía con un poco de culpa, luego de enterarse de los daños que los plásticos pueden causar; pero tener que comprar nuevamente libros y cuadernos a mitad del año escolar porque sin forro difícilmente sobreviven quiere pensar que compensa.
Este año no hay libros que forrar porque todavía no está claro el futuro del siguiente año escolar. Algunas escuelas particulares, muy por debajo del agua, ya han decidido cómo actuarán y hasta cuándo lo harán, según contó a gritos la vecina de esta ñora cuando recogía el paquete de libros en la puerta del condominio (Esta ñora estuvo a punto de ofrecerse a forrar los libros, nomás por nostalgia). La escuela de las bendiciones y sobre todo las escuelas oficiales siguen sin saber para dónde… y lo peor, no es tema.
O es un tema que como muchos otros se ve ahogado por el torrente de noticias de todos los días. Parece que el gobierno del me-burlo-de-mi-secretario-de-hacienda-un-día-sí-y-cuando-lo-vuelva-a-ver-también una vez que enterró la Reforma Educativa, dio por cerrado el capítulo. Tal como al parecer la epidemia y sus crecientes cifras de muertos desaparecen porque no le preocupan a nadie. Son como ese ruido que había en la televisión cuando se acababa la programación… o sea a esta ñora le contaban que pasaba eso, por supuesto, que ella negará saber del tema. ¿Ven cómo esta ñora ha aprendido del gobierno actual?
Una vez que se reformó la Reforma Educativa, se clamó que se haría la Nueva Escuela Mexicana por lo que se esperaría que se cambiaran planes y programas y, por supuesto, los libros oficiales gratuitos que son el ícono de la Educación Mexicana. No que esta ñora estuviera tan de acuerdo con estos cambios, posiblemente ni que sea muy fan de los libros oficiales que en su caso debe forrar una vez que se los entregan al inicio de cada año. ¡El ciclo sin fin de los forros!
El ciclo escolar, que esta ñora no sabe si concluyó o nomás se acabó el calendario, habría sido el primero que recibiera las benéficas aguas de la transformación de cuarta, perdón, de la cuarta transformación, pero no se modificaron de manera sustantiva ni planes ni programas. Sí se metió por ahí la foto del me-preocupa-más-responder-rapidito-a-los-intelectuales-que-osan-pedir-que-se-ejerza-la-democracia-que-a-un-video-desafiante-de-crimen-organizado y algún otro detalle menor en los libros de texto oficiales, pero en sustancia los escuincles, perdón, bendiciones siguen recibiendo las misma formación “corrupta” y “neoliberal” que el gobierno del copetes Peña dejó y esta ñora sospecha que en algunos casos hasta de la época del villano favorito Calderón, porque en un libro de texto de 2019 se topó con que era reedición (con revisiones) de uno de 2010.
Esta ñora había escuchado por una tía que estaban esperando que los nuevos programas salieran este año, pero los que hoy se pueden consultar, incluso en línea, son exactamente los mismos de antes del inicio del sexenio porque traen el escudo completo, no son morenos, perdón, color vino, sino que mantienen los tres colores de la bandera. Hoy queda claro que el interés por abolir la Reforma Educativa, por acabar con las pruebas Enlace, con el Instituto de Evaluación Educativa y demás actos demoledores con los que inició este gobierno del si-no-es-dos-bocas-santa-lucía-o-el-tren-maya-a-mí-ni-me-pregunten eran un simple pago de favores a grupos sindicales del magisterio. Porque de fondo no se buscaba incidir en la educación en sí, en la que ocurre en las aulas día a día.
Esta ñora en cierto modo cree que es una ventaja, porque para como han hecho las cosas en otras áreas, no está muy segura de que hubiera alguna mejora si tocan los planes y programas o los bajan a los libros de texto.
Pero viendo el paisaje como en aquel anuncio donde el padre y el hijo contemplan su herencia de tierras y el chico nomás se interesa de la “¿Y la Cheyenne, apá?”, esta ñora constata que el panorama educativo está hoy peor que nunca y la herencia que se le está dejando a las generaciones por venir es de un vacío terrible, al que se suman los daños que la pandemia acumula con la indecisión y falta de rumbo que en lo inmediato traerán como consecuencia la elevación de los índices de deserción escolar.
El problema es cada día más grande, y el silencio cada día más culpable, piensa esta ñora, mientras añora los tiempos en que pegaba etiquetas y bordaba los nombres en los uniformes.
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