Hoy en día se puede hablar de todo menos de religión, muy en concreto del cristianismo, que hasta la misma ONU ha considerado enemiga de los derechos humanos.
Vivimos una época de vértigo, de tecnología deslumbrante, de noticias instantáneas, de globalización, de programación de sistemas, de teorías de la comunicación, de cambios en los métodos de aprendizaje, de redes sociales, de muchos cuestionamientos sobre las instituciones tradicionales, y al mismo tiempo de contrastes inimaginables, donde algunas ciudades como las de los Emiratos Árabes que parecen sacadas de la ciencia ficción, mientras que en otras regiones se sigue viviendo como se vivía hace mil años, hay millonarios con fortunas de miles de millones de dólares y millones de personas que solamente pueden subsistir, hay países dónde hay estabilidad política y un nivel de vida bastante aceptable y otros con gobiernos incapaces, corruptos e inclusive dictatoriales con bajos niveles de vida, hay países de una gran seguridad y otros de extrema violencia.
Pero un logro que se dice es incuestionable es que en este siglo se ha logrado conquistar la libertad de pensamiento y de expresión como en ningún otro, y si bien hay mucho de cierto en esta afirmación, hay que profundizar un poco más en este tema para tratar de llegar a ver qué tan real es esta afirmación.
Hay algunos parámetros históricos que de alguna manera con el tiempo se van generalizando y todos vamos aceptando en forma automática, y se van convirtiendo casi en dogmas de pensamiento, por ejemplo, dividir la historia en etapas como se nos enseñaba en forma clásica en la escuela: Las etapas históricas que forman parte de la historia de la humanidad son: la Prehistoria, la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.
Sobre este punto vamos a tomar como referencia a la Revolución Francesa, que se identifica por muchos como el momento donde el hombre se empezó a liberar de las ataduras que según algunos mantenían encadenado el pensamiento, y cuyos representantes más notables en el mundo occidental eran las monarquías y la Iglesia, a partir de entonces se empezó a decir que había que separar ambos poderes, y que mantuvieran cada uno su autonomía, pero lo que en verdad sucedió es que poco a poco el Estado en general terminó con el sistema de gobierno monárquico no solamente se separó de la Iglesia, sino que bajo el signo del llamado laicismo, que supuestamente era un concepto de libertad se fue apoderando de los temas morales, y en no pocos casos inclusive fue prohibiendo que los temas religiosos fueran tratados en las escuelas, en las instituciones públicas, e incluso en algunas naciones como en los llamados países de la cortina de hierro y en otros como por ejemplo México y España, se desataran severas persecuciones religiosas, y se fuera creando una mentalidad muy generalizada, dónde el tema de la religión, e inclusive hablar de Dios quedaba prácticamente restringido a los lugares de culto y a los ámbitos privados más íntimos como la familia.
Bajo esta nueva perspectiva se puede hablar abiertamente del pensamiento de filósofos de todas las tendencias, de todo tipo de ideólogos, de diversas corrientes de espiritualidad pero que no son propiamente religiosas, y aun dentro del ámbito de la Iglesia se perdió la perspectiva de la presencia social de la misma, pese a sus muchas aportaciones a la misma por medio de sus instituciones de enseñanza y caridad , y no se diga en la política, que en nuestro país y otros muchos hacerlo se considera un atentado contra la sacrosanta laicidad.
Y hoy en día parece que se puede hablar de todos y de todo, excepto de Dios que se ha convertido en el innombrable, o de la religión y muy en concreto del cristianismo, que hasta la misma ONU ha considerado enemiga de los derechos humanos, y hoy los principios morales los pretenden dictar los burócratas del gobierno, o los parlamentarios, o hasta los comunicadores, dejando a la Iglesia y hasta a los mismos padres de familia como actores secundarios en temas tan trascendentales como son los valores primordiales, como lo es la familia, el respeto a la vida, la sexualidad y hasta la misma libertad religiosa.
La religión y la moral que de ella se deriva ha sido una parte esencial de la historia del hombre, desde la antigüedad más remota los diferentes grupos humanos han tenido como parte de su aglutinamiento social, de sus costumbres , de sus tradiciones, y hasta de sus leyes la religión, así es imposible estudiar a los persas a los egipcios, a los griegos, a los romanos, al imperio otomano, a las naciones europeas, o a las culturas prehispánicas, como los aztecas, o los mayas, o los tolteca, y en realidad a cualquier pueblo o nación sin entrar a su estructura y pensamiento religioso, de tal manera que la religión forma parte del legado cultural que se refleja no solamente en las cuestiones morales, sino por ejemplo también en la arquitectura, la poesía, la música, la literatura, y en general en todas las expresiones humanas incluyendo su organización política, económica y aún legal. Y bajo esta perspectiva pretender que en la sociedad moderna y en las expresiones del pensamiento y la comunicación el tema religioso debe ser tratado aparte, y no como algo integral y cotidiano es como vivir queriendo olvidar el pasado y de hecho en una persecución religiosa sin llamarla por su nombre.
Y hoy bajo esa perspectiva de una supuesta lucha por la libertad se están generando leyes y corrientes que van exactamente en un sentido inverso, dónde se pretende coartar la libertad de pensamiento y expresión de quienes consideran que muchas de las nuevas ideologías son contrarias a la misma naturaleza del hombre, y se empiezan a inventar términos y expresiones que se quieren aplicar a quienes defienden los roles tradicionales de hombre y mujer, familia, derecho a la vida desde la concepción, etc., y se les trata de hacer ver como personas que van en contra de los derechos humanos, e inclusive se les ponen etiquetas como las de que son generadores de odio, conservadores, etc., lo que va contra el principio de libertad que dicen defender.
Es por eso que un verdadero ejercicio de libertad debe luchar porque se recupere la libertad de poder hablar junto con todos los temas en boga, económicos, sociales, políticos, técnicos, de los llamados derechos humanos y de las nuevas ideologías en boga, también de los temas religiosos como una parte constitutiva muy importante de nuestra cultura y de nuestra tradición, y como parte esencial de esta libertad y para los que así lo quieran hablar del que de repente se volvió el gran innombrable en nuestra sociedad, Dios.
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