En el desamparo colectivo

Al igual que en las imágenes de reclamos que la gente ha hecho a AMLO, los ciudadanos nada más ven cómo el presidente se aleja en su camioneta, huyendo de sus responsabilidades, dejándonos en el desamparo colectivo.


Abandon presidencial


Resulta curioso que un líder de corte cristiano, un hombre populista como el que más, haya decidido abandonar a su gente, a su rebaño. La evidente huida de sus responsabilidades como presidente del país no hace más que recalcar que estamos ante un panorama sombrío en todos los aspectos y que como ciudadanos hemos quedado abandonados a nuestra suerte, en el desamparo colectivo.

El caso Conapred, desarrollado esta semana, es una muestra más del desmantelamiento de lo que sirve, de lo útil para los demás que el presidente decide destruir. Porque hay que decirlo, el abandono de sus responsabilidades no implica que detenga su afán de destrucción. En la medida de lo posible no dejará piedra sobre piedra del país que teníamos hace dos años. Dominado por su ignorancia el presidente presume que si él no conoce una cosa no tiene sentido que exista. Declaró que no sabía del Conapred y luego anunció su desaparición. No le importa la posible utilidad, la historia de esa institución, sino que es algo que él no conoce y que salió en el periodo neoliberal y por lo tanto tiene que ser destruido.

Lo sucedido en esta semana es revelador de lo que viene. La hasta ayer directora del Conapred cometió algunos errores al hilo en la organización de un foro sobre racismo. Se comenten errores cuando se trabaja, ni modo. Aquí al error de invitar a alguien poco idóneo por decirlo de alguna manera, se cometió otro error al suspender el foro por el berrinche protagonizado por la esposa del presidente de la República. Lo que siguió fue un linchamiento público despreciable encabezado por el propio López Obrador. A la humillación pública aplicada a la directora por la señora Gutiérrez Müller, le siguió el ninguneo presidencial que desató la furia de los chacales tipo Gibrán –profesionales del resentimiento y la venganza, insaciables escupidores de veneno, coprófagos multitemáticos que se pasean con el hocico sangrando en la plaza pública prestos a tirar la primera dentellada cuando lo ordene el amo– y que concluyó con la amenaza del presidente de desaparecer el organismo y la petición de la renuncia de la titular por parte de la Secretaría de Gobernación. Todo el aparato de gobierno en contra para humillar, vilipendiar, denostar a una mujer que, oh paradoja, dirigía el Conapred.

Son múltiples las maneras en que se muestra el desamparo. El presidente la emprende, actividad cotidiana, contra quien sea con tal de mostrar un supuesto enemigo del pueblo. Pero también vemos que sus supuestos “consentidos”, los desfavorecidos, son abandonados. Con el pretexto de la sana distancia dice que no atiende a la gente que se le acerca a su camioneta. La imagen del presidente bajándose a saludar a la madre del Chapo Guzmán lo va a perseguir los próximos años, y con justa razón madres de víctimas le reclaman una reunión. En otra imagen de la semana, en Tlaxcala, el convoy presidencial atropella a una persona y nadie se detiene a auxiliarla, al contrario, se suben a la camioneta y se van. Las giras presidenciales se están dando ya en un ambiente hostil.

Al igual que las imágenes de esos reclamos, los ciudadanos nada más ven cómo el presidente se aleja en su camioneta, huyendo de sus responsabilidades, dejándonos en el desamparo colectivo.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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