¿Qué explica que haya ideas que nacen muertas y otras que nutren grandes procesos de innovación, incluso a pesar de ciertos deméritos de sus autores?
Hay quien las comparte sin la más elemental meditación previa. Otros las analizan con rigor antes de siquiera manifestar que las tienen. Y unos más, las necesitan validar con alguien antes de llevarlas a su mejor expresión posible.
El ser humano se caracteriza por su capacidad para producir ideas de toda índole, pero la realidad muestra que la gran mayoría de las ideas nunca prosperan. Nunca se materializan.
En su definición más simple, una idea es una representación mental de algo. Un algo que no surge en el vacío. Se dispara o se nutre de realidades materiales, de posibilidades del imaginario, de la capacidad de observación de ciertos fenómenos, de la capacidad de asociación y desagregación del individuo y, por supuesto, de la suma de experiencias colectivas y unipersonales.
¿Qué explica que haya ideas que nacen muertas y otras que nutren grandes procesos de innovación, incluso a pesar de ciertos deméritos de sus autores? Aquí tres reflexiones para el análisis:
1. Toda idea supera un primer dilema.- Y no me refiero a la valoración de su utilidad o su costo de implementación, sino a que quien la produce tiene intrínsecamente varias posibilidades de actuación. Entre ellas, nunca revelarla y mentalmente desecharla.
No obstante, aun y cuando su autor tenga la intención de proponerla, ponerla en práctica o afinarla, siempre tendrá la tentación de reservársela para un mejor momento, corriendo el riesgo de que –por diversos factores– esa idea nunca emerja a la realidad objetiva.
2. En los negocios sólo hay ‘do better’ o ‘do different’.- La prestigiada agencia de innovación REDBOX no se cansa de decir en público y en privado que sólo 2 por ciento de las ideas son radicalmente nuevas. La gran mayoría de las ideas que emergen en el mundo empresarial se enfocan en solucionar algún punto de dolor en la relación con un cliente o en la vida práctica de un segmento de determinado mercado.
Y esas ideas no tienen que venir de una hoja en blanco o de un momento de iluminación divina. Hay múltiples metodologías para acelerar el proceso creativo y para nutrir al individuo con referencias e inspiración que posibiliten reconfiguraciones que produzcan valor.
3. Toda idea enfrenta límites y limitaciones.- Y es que así como hay cerebros que todo el tiempo están creando nuevas posibilidades, hay individuos que frente a cada nueva idea son capaces de enlistar una extensa lista de complejidades o problemas.
Quien regularmente propone suele aprender rápido que toda idea está llamada a sobreponer retos y resistencias. Y frente a esa realidad, conviene tener claro que los límites son físicos, pero las limitantes son mentales.
Momentos de confusión absoluta en el mercado crean condiciones y espacio para nuevas conversaciones al interior de cada empresa, para nuevos planteamientos a las interrogantes que circunstancialmente surgen en cada equipo y para nuevas aproximaciones para solucionar los dolores organizacionales que inevitablemente se sienten.
Sí, hay ideas que nacen muertas. Su autor no las comparte y jamás se enriquecen. Como también es cierto que hay ideas que emergen en ambientes adversos y de las formas menos imaginadas. Ideas que –aun y cuando sean modestamente presentadas o ‘vendidas’– caen en suelo fértil y son adoptadas con disciplina de método hasta producir grandes resultados.
Bien dicen los que saben que entre el caos y el orden es donde el talento surge, el carácter aflora y los sistemas vivos y funcionales prosperan.
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