Estamos a tiempo de parar el presidencialismo que creamos pensando en quien lo encabeza es todopoderoso. Estamos a tiempo para que el diálogo y la crítica constructiva sean la fuerza de la democracia.
En la vida del ser humano siempre se encontrarán motivos para pelear, motivos para amar, motivos para vivir. Lo que no puede hacer el ser humano es ignorar su naturaleza divina. Podemos apelar a las religiones, podemos apelar a la filosofía, podemos apelar a la ética o incluso a la política y siempre encontraremos más razones para hacer las cosas bien y juntos, que mal y distanciados.
En este momento la humanidad entera está luchando en general de manera solidaria para vencer a un enemigo común, un enemigo invisible, ese enemigo por más invisible y pequeño que sea es más grande y poderoso que cualquier poder económico, político o social. Ese enemigo es más poderoso que todo armamento, pero no es más poderoso que la inteligencia y la solidaridad humana.
Y México, nuestra querida nación no es la excepción, es una nación golpeada por ese enemigo, que se suma a otros enemigos que ya de por si teníamos, se suma a los fantasmas del pasado, se suma a la falta de civismo, a la falta de ética, a las carencias y eso agrava el problema. Pero no es tarde, estamos a tiempo de valorar lo realmente importante y CORREGIR EL CAMINO, todos debemos corregir algo y salir adelante. Ya vendrán los tiempos del desencuentro y de la lucha de ideas, de poder y de otras nimiedades.
La historia del México moderno nos muestra cómo nos acostumbraron a los mexicanos a no ser unos ciudadanos comprometidos, sino que nos acostumbraron a ser unos ciudadanos menores de edad, unos ciudadanos que esperaban que “papá gobierno” les resolviera toda su vida. Crecimos con la idea de que el presidente de México en turno era el gran jefe de familia, que él era el responsable de todo, de lo buen y lo malo. Que ese gran jefe tenía una serie de empleados para ayudarlo con cargos como gobernadores y alcaldes. Que grave error.
En toda esa época de la vida cívico-política de México perdimos grandes oportunidades, porque además nos encontrábamos con los “amigos de los poderosos”, nos encontrábamos con los “empresarios depredadores” y con los que se creían marginados por alguien y crecían en el egoísmo y el rencor. México no avanzaba. Pero vino una desgracia el sismo de 1985 y aprendimos la lección: solidarios, unidos, caritativos y más humanos sí podemos salir adelante.
En este momento claro que hay muestras de solidaridad, claro que hay muestras de unidad, pero también hay muestras de soberbia, de abusos, de no creer lo que pasa y poner en riesgo a los vecinos. Este es un buen momento para que el gobierno en sus tres esferas y sus diferentes Poderes se sume a la razón, se sume a la ciudadanía, escuche con humildad y trabaje hombro con hombro al lado de los que luchan por sanar a México.
Las épocas de los grandes y poderosos ya quedaron atrás, en México estamos cada día más aprendiendo a ser verdaderos ciudadanos, cada día sabemos más nuestras obligaciones y conocemos nuestros derechos y por ambos estamos dispuestos a trabajar y ser mejores. Pero, como siempre hay peros, debemos todos entender las funciones que debemos asumir. El gobierno a cumplir su función legal constitucional sin pretextos, sin revanchas, sin odios y nosotros a cumplir lo que debemos hacer.
Genera un gran dolor ser testigo de los hechos de violencia que vivimos en México en nombre de la libertad de manifestación, es penosos que estemos copiando esas manifestaciones de otro país, un país que sólo nos ha enseñado la violencia y el odio en general. Es doloroso ver cómo un ser humano destruye y vandaliza en aras de la justicia a otro ser humano. Pero lo más doloroso es la impunidad. Lo graves es ver que las instituciones responsables de la seguridad no la brindan por el temor a no sé qué.
Estamos a tiempo de parar el presidencialismo, el presidencialismo que nosotros creamos pensando en que el presidente en turno es todopoderoso y debe hacer lo que sea, estamos a tiempo para dejar atrás los ataques sin motivo, estamos a tiempo para que el diálogo y la crítica constructiva sean la fuerza de la democracia. Estamos a tiempo de parar las injusticias. Necesitamos líderes que escuchen y reconozcan cuando sus acciones no dan frutos. Y claro que es válido criticar y señalar actos que uno considere que no son los adecuados, pero también es válido escuchar y aprender.
Necesitamos que en este momento apocalíptico de la pandemia sepamos realmente que pasa y con toda la información tomar decisiones adecuadas y proteger la salud y la vida de los mexicanos. Es momento de hacer un alto en el camino y trabajar de manera solidaria hacia el mismo fin: la salud de los mexicanos y salvar sus economías.
Las autoridades federales, estatales y municipales están para servir a la ciudadanía, están para generar el bien común, están para garantizar la vida, la seguridad, la economía, la educación de las familias y los ciudadanos estamos para ser respetuosos de lo que nos toca que es cumplir la ley, dialogar, apoyar y sobre todo tener espíritu solidario y humanista para salvar a México.
Por lo tanto, debemos ver al titular del poder Ejecutivo trabajar en coordinación y estrecha colaboración con las autoridades locales, con el Congreso y con la fuerza ciudadana. Ya basta de ataques y descalificaciones, ya basta de culpar al pasado, lo digo por todos, y ya es momento de ver el futuro, pero ahora a proteger al personal de salud y apoyar a los ciudadanos, para ganar la batalla al enemigo común el COVID-19.
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