Señor presidente, usted no puede…

Prevalecerá una política asistencialista, con la entrega directa de recursos económicos, sin importar a qué costo ni a quiénes se tenga que afectar para conseguirlo.


No puede todo


Esta etapa de “sana distancia” y de confinamiento se ha convertido en la ocasión ideal para que el presidente y los aliados de su movimiento “transformador”, más los agregados a conveniencia, se hayan aprovechado de la pandemia y hayan recurrido a diversos mecanismos impositivos y autoritarios para lograr sus propósitos y destrozar el Estado de Derecho, vulnerar la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros y buscar invadir facultades del Poder Legislativo.

So pretexto de una “estrategia” reactivadora del aparato productivo, el gobierno ha emitido decretos que dañan, desde la economía de los propios funcionarios de la Administración Pública Federal (de subdirectores a Presidente de la República), pues los obligan a “donar voluntariamente” el 25 por ciento de su salario y la totalidad de su aguinaldo, hasta proponer, a través de sus enviados en el Congreso de la Unión, a eliminar fideicomisos como el Fondo para la Atención de Emergencias pasando por el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine, lo cual, gracias a la presión de los expertos en el tema y a artistas que se inconformaron, como es el caso de Guillermo del Toro, se logró detener.

El gobierno y sus bancadas en el Congreso se limitan a proponer ocurrencias, pero por desgracias, no se atreven a tocar los 38 programas “prioritarios” que López Obrador ha señalado como los más importantes de su administración y que, según el análisis el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, no están dirigidos a la población en situación de pobreza ni tampoco a resolver el problema de miles de personas que han perdido su empleo por la pandemia.

A este afán de conseguir recursos se suma el propósito de disponer, desde el Poder Ejecutivo, de los dineros que solo corresponde a la Cámara de Diputados aprobar y decidir el destino de los mismos. Esto significa una clara intromisión a las facultades de la propia Cámara de Diputados, lo cual violenta el orden constitucional, toda vez que rompe el principio de la división de poderes.

Las inconformidades por las ocurrencias de este gobierno se han dado hasta en el partido oficial. El pasado 20 de mayo, el diputado de Morena Eraclio Rodríguez, de la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural y Agrícola, arremetió contra el presidente por el recorte de 4 mil millones de pesos al campo y que serán desviados a los programas prioritarios que contribuirán al fortalecimiento de su estructura electoral (palabras del propio legislador morenista).

Una más, que aunque ya se mandó a la “congeladora” por su despropósito –debe señalarse que esto no implica su cancelación–, es la iniciativa de la diputada Dolores Padierna, que busca quitar recursos a distintos fideicomisos, como los destinados a atender desastres naturales; a la cooperación internacional; a la promoción de desarrollo de proveedores y contratistas de la industria energética; al fomento a la producción cinematográfica o a la investigación científica y al desarrollo tecnológico, solo por mencionar algunos.

¿Será la idea mantener el membrete administrativo, pregonar que siguen existiendo, aunque no operen? Como todo lo que hace este gobierno, el objetivo es conseguir, según la legisladora, 91 mil millones de pesos para apoyar programas sociales.

Hasta el dirigente de Morena ha contribuido a proponer fórmulas para abultar la “bolsa presidencial” de carácter populista, midiendo la riqueza de las y los mexicanos. Sin recato alguno para respetar la privacidad de datos, pretende dotar al Inegi de la facultad para “entrar, sin ningún impedimento legal, a revisar el patrimonio inmobiliario y financiero de todas las personas… tener acceso a las cuentas del Servicio de Administración Tributaria y a toda la información financiera y bursátil…”, según él, por ser “la única manera de conocer el nivel de desigualdad en el país”.

Los casos mencionados son solo algunos ejemplos de que, a toda costa, se quiere ahorcar a unos sectores de este país –muestra es la confrontación permanente con empresarios de las micro, pequeñas y medianas empresas– para continuar con el derroche a mano suelta del recurso público, asegurando votos para el 2021. Es evidente que prevalecerá una política asistencialista, con la entrega directa de recursos económicos, sin importar a qué costo ni a quiénes se tenga que afectar para conseguirlo.

En ningún momento el discurso presidencial ha convocado a la unidad nacional. Ha sido constante su propósito de descalificación; recientemente tocó el turno a profesionistas, como ingenieros y arquitectos, ya que se dijo que se pueden hacer caminos y casas sin ellos, o declarar que los médicos son “mercantilistas”, por anteponer intereses económicos a la salud de los pacientes, y el absurdo fue considerar que también el periodo neoliberal predominó en este rubro.

Lo cierto es que la concentración de poder del presidente no se ha traducido en decisiones de una política pública que en realidad represente mejoras sociales. No basta con su “deseo” de acabar con todo el “mal” que el pasado neoliberal, según él, ha dejado en la historia de México.

De una u otra forma, muchos ciudadanos, analistas, especialistas, legisladores, entre otros, que buscamos construir lo mejor para México porque será lo mejor para nosotros y las próximas generaciones, hemos manifestado que no se debe seguir con ese afán de polarizar, dividir a la sociedad mexicana; de confrontar a unos sectores frente a otros.

Lo anterior me lleva a la reflexión de los 10 puntos de William J. H. Boetcker, que después retomó Abraham Lincoln, “Usted no puede crear prosperidad desalentando la Iniciativa Propia; usted no puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte; usted no puede ayudar a los pequeños, aplastando a los grandes; usted no puede ayudar al pobre, destruyendo al rico; usted no puede elevar al asalariado, presionando a quien paga el salario; usted no puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que gana; usted no puede promover la fraternidad de la humanidad, admitiendo e incitando el odio de clases; usted no puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado; usted no puede formar el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia (libertad) e iniciativa; usted no puede ayudar a los hombres realizando por ellos permanentemente lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos”.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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