El Inegi podrá “evaluar” cuánta riqueza tiene usted en casa, para repartirla entre los que el gobierno defina como “necesitados”.
Nada fuera del estado
“Totalitarismo” es la palabra adecuada. O dicho en expresión del periodista Fernando García, (https://elfinanciero.com.mx/opinion/fernando-garcia-ramirez): “Una mentira repetida cien veces ante cien medios es una mañanera”.
Los capitales están huyendo de la pandemia morenista que contamina todo lo que toca, hoy, van por las afores. El tema de los ventiladores, el aeropuerto, Constellation Brands, el huachicol, la pleitesía a la señora madre del narcotraficante o la desaparición de cientos de miles de empleos; la incompetencia de un INSABI que nació muerto, o la pérdida de miles de millones de dólares invertidos en energías limpias, nada de eso importa.
Lo relevante es que todo, absolutamente todo, regrese al monopolio del estado que pretende gobernarlo todo. Mis adorables lectoras y amables lectores regalarán todos los zapatos, para quedarse solamente con un par; y el Inegi podrá “evaluar” cuánta riqueza tiene usted en casa, para repartirla entre los que el gobierno defina como “necesitados”. Nada fuera del estado y la palabra presidencial es la ley.
Carambola de 10 bandas
De acuerdo con El Universal, entre el 21 de febrero y el 4 de mayo se retiraron 318 mil millones de pesos. Es decir, la desconfianza en las medidas económica del presidente, están a todo lo que dan.
Pero, el estado omnipotente y sapientísimo ha creado en un laboratorio de Morena, la incubación del virus del monopolio estatal, y los resultados son, que se ha metido hasta el tuétano en cada parte de la vida nacional.
Como no cree en la libre empresa, porque nunca ha trabajado en una o ha emprendido en ello, las gestiones de Romo, el jefe del gabinetazo; de Salazar el mandamás empresarial que no opone una gran resistencia; y la tímida posición del secretario Herrera, han sido servido de bien poco ante la crisis económica que ha dejado en el desamparo a los pobres, población estratégica del gobierno.
Los escándalos de la familia Bartlett, las cuestionadas cifras de López Gatell y su “Centinela”; y los niveles de incompetencia en Pemex y la Secretaría de Energía, son ahora, el gran equipaje –no equipo– que, con sus decisiones sobre las rodillas, le agregan más peso a la baja aprobación del presidente.
A la mañana siguiente
El mandatario festina ya el regreso a otra más de las entelequias. “La nueva realidad”, concepto tan confuso que, de inicio, puede interpretarse como el amanecer de un México socialista y bolivariano de facto, o porque, efectivamente, muchas cosas ya han cambiado y cambiarán mucho más.
Es el caso de la reforma educativa que no reformó nada y complicó todo, para construir uno de los lastres nacionales de mayor relevancia, en específico, en la escuela pública.
Escuchando a Carlos Hernández en La Silla Roja de Leonardo Kourchenko y Enrique Quintana, el investigador del área de gobierno del Tec de Monterrey, formuló algunos planteamientos fuertes y con puntería.
De inicio, la notable incompetencia de la SEP para adaptarse a la crisis por el coronavirus. Quedó al desnudo la nula preparación para sortear casos como este. Es claro que el modelo educativo de este país no abona en nada al desarrollo nacional, por decirlo en forma amable. Y luego, con la desaparición de los organismos de medición y evaluación, peor tantito.
No agotaré a mis bellas lectoras y gentiles lectores con más cifras. Solo un dato: ¿Cuántos jóvenes, niños y niñas de este país tienen la posibilidad de internet, de acceder a zoom y tomar la clase del día, recibir realimentación de los maestros y enviar los trabajos y tareas?
El escribano reitera: se festina en las mañaneras el regreso a clases presenciales. Un par de temas más: ¿El sistema educativo, los modelos didácticos, los programas y los docentes, están capacitados para valorar el grado de avance, el proceso de enseñanza-aprendizaje y con base en ello, garantizar el pase aprobatorio de los chicos al siguiente grado escolar?
En la escuela pública, muchos docentes rebasan la edad en donde son más expuestos al contagio entre ellos, y de los maestros a los alumnos. El problema, como subrayó Carlos Hernández, no hay dinero –se fue a los ninis y en dádivas “sociales” – para contratar a quienes habrán de suplir a los que continúen confinados.
De los maestros en la escuela pública, ¿cuántos están familiarizados con las herramientas tecnológicas para resolver las eventualidades en una clase e-learning? Lo peor: López Gatell y su jefe, siguen sin validar la aplicación de las pruebas de contagio, por lo que, menos aún, están previendo la posibilidad –como el propio subsecretario lo ha dicho– de una segunda oleada de contagios.
Sin embargo, la pregunta continúa en el aire: ¿Habrá alguien sensato a quien no le quede claro, todavía, que el estatismo habemus de este gobierno, nos conduce por la incompetencia, la negligencia, la torpeza, el escaso respeto a la ley y la ideologización de la administración pública, a una crisis social de problemas verdaderamente graves? ¿O todavía quieren ver algo más?
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