Unas por otras

No tardaremos en que nuestras mujeres –profesionistas, científicas, enfermeras y un largo etcétera– nos pongan en alto como esas líderes que han sabido conducir la crisis en sus países.


Liderazgo femenino


Un texto ha dado vuelta en las redes sociales y los medios con bastante éxito. Se trata de una nota de la revista Forbes que destaca que los países gobernados por mujeres han salido bastante mejor librados de la pandemia que los liderados por el género masculino. Alemania, Taiwán, Nueva Zelanda, Islandia, Noruega y Finlandia tienen al mando mujeres que han sabido ejercer su liderazgo de manera distinta a la de otros lugares, gestionando con éxito la crisis que ha provocado la pandemia en el mundo. El reportaje destaca la decisión, la claridad, la visión con la que estas mujeres han abordado la presencia del coronavirus. Además de la empatía natural que suelen tener las mujeres en este tipo de asuntos, supieron afrontar el problema desde el principio, establecieron medidas concretas; su comunicación fue precisa, sin dobleces y jamás negaron la dimensión del problema.

La lucha de las mujeres entró en pausa por la pandemia, pero regresará con toda su fuerza y el ejemplo de estas mandatarias son un aliciente para las conquistas de espacios en todos lados. Desgraciadamente, como en todo, pues no siempre salen las cosas como se habían imaginado. Es el caso del gobierno de AMLO, que supuestamente llegó siendo de izquierda y que tenía el mayor número de mujeres en el gabinete. Al igual que en gran cantidad de aspectos con este gobierno, el resultado ha sido terrible, frustrante y decadente (aunque debo decir que Claudia Sheinbaum ha hecho un gran papel en la pandemia al frente del gobierno de la CDMX). Por lo general, en este gobierno no son tomadas en cuenta, son ninguneadas, hechas a un lado, se les reserva el típico papel de seguidoras de instrucciones y no les importa que caigan en el desprestigio, como es el caso de Rosario Piedra. La señora Piedra ha hecho de una institución, con defectos, pero ciertamente con decoro, una oficina burocrática, una triste dependencia al servicio del presidente. Los casos de las secretarias más visibles son deplorables (hay otras que ni siquiera tienen presencia pública).

El caso de Irma Eréndira Sandoval –que llegó con poco esfuerzo a igualar en desfachatez a su predecesor Virgilio Andrade– ha llamado poderosamente la atención. La secretaria de la Función Pública hace unos alardes de soberbia pocas veces vistos en un funcionario público. Altanera, majadera y prepotente, la señora se mete en lo que sea para insultar y denostar a los opositores al gobierno. Cree que su poder es sobre todos los mexicanos y que le debemos obediencia. Pendenciera y petulante, la señora Sandoval no entiende las dimensiones y límites de su puesto. Pendiente del Twitter a toda hora, responde lo que sea, provoca, protagoniza pleitos y descalifica a diestra y siniestra. “Serénense”, respondió a la comunidad cultural que reclamaba la desaparición del Fonca: a unos los llamó rebeldes controlados y a otros compadres. Su comportamiento parece más el de un miembro de la porra de golpeadores de “la monumental” del América, que el de la responsable de una cartera en el gobierno federal.

También está Rocío Nahle, cuyo desempeño podría en ocasiones hasta conmover, si no fuera porque su estulticia es de campeonato y está resultando trágica para el país. La señora que protagonizó el único video-oso en la historia de la OPEP, no entendió nada de lo que pasó. Urgida de reconocimiento, el día de la crisis petrolera usaba las redes sociales para convencer que le habían aplaudido en la videoconferencia de la ignominia. El resultado de sus negociaciones está a la vista: los que según ella le aplaudieron, la han sacado del mercado asiático. Es posible que Nahle sí piense que la inteligencia está sobrevalorada y por eso anda por ahí quitada de la pena.

En el caso de “Olguita”, como cariñosamente le dicen unos y despectivamente otros, pues su incursión en el gobierno ha sido más bien la crónica de una reputación aventada a la basura.

Pero, bueno, unas por otras. Quizá es el proyecto que es fallido o no son las personas adecuadas en este momento, pero no tardaremos en que nuestras mujeres –profesionistas, científicas, enfermeras y un largo etcétera– nos pongan en alto como esas líderes que han sabido conducir la crisis en sus países.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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