En la feria de la incompetencia que es el gobierno de López Obrador, el único que le podía hacer el quite en distintas labores era el canciller Ebrard.
La crisis ha rebasado al gobierno. No era, no es sencillo el manejo de una pandemia en salud y una debacle económica cuyas proporciones todavía ignoramos. Claro que también podemos darnos cuenta de que los responsables andan en otras cuestiones, que evaden lo referente a la crisis y comienzan a aventar culpas a la primera de cambios. Esta afectación en la mente del equipo de gobierno por supuesto que tiene efectos en las decisiones que se toman, o que por lo general se dejan de tomar por pánico. El gobierno parece paralizado, se ha convertido en un lugar donde el temor es la tónica. Acostumbrados a que el jefe decidía todo, ahora que él también quedó congelado, todo es parálisis. Los secretarios han desaparecido, la mayoría pasaron de ser floreros a ser avestruces con la cabeza escondida en un agujero. El protagonismo está en los siguientes personajes.
El presidente.- Ya lo hemos dicho: vive en otro planeta donde todo es como él lo imagina. Se hace eventos en los que está solito –seguramente se aplaude él mismo al terminar. Su imaginación ha encontrado el desborde. Hace unos días la emprendió contra unos generadores de electricidad, les llamó ventiladores y señaló que eran de los conservadores. En su pleito incesante con la realidad no ha parado de señalar culpables de la ineficiencia y del desastre que se avecina. No contento con tener una oposición menguada y prácticamente inexistente, ahora genera enemigos imaginarios con personajes reales: un futbolista de corte internacional, una famosa cantante y un aclamado comediante. Estos personajes son ahora los monstruos que habitan la mente del presidente. En su megalomanía dice que las medidas que ha tomado contra la pandemia serán “ejemplo mundial”. En sus eventos vacíos anuncian que esos mensajes llegan “a todo el mundo”. Harto de gobernar prefiere decir que se adelante la revocación de mandato para volver a las campañas. Ya se cansó el ganso.
López Gatell.- Conocido por su soltura en el tema de las epidemias, la nueva cara del gobierno ha decidido abordar otros temas. Habla del respeto a la ley, del combate al crimen organizado, de ubicarse del lado de la verdad o de la mentira. Siente que es Obi-Wan Gatell y que es él en persona el que combate al mal ya no sólo en su manifestación de virus, sino que está destinado a enfrentar a las fuerzas del mal. Sabedores de la falta de liderazgo en el equipo gubernamental, vieron en el subsecretario la oportunidad de poner a alguien que no causara repulsa y decidieron promover su imagen como la de galán socialdemócrata. Mientras comienzan a subir los números de decesos por la pandemia que dijo que podía controlar.
Zoé Robledo.- Por si no lo sabían es el director del IMSS. Sin embargo, cobró fama en el gobierno de López Obrador por ser un animoso organizador de festivales. El de la Independencia, el de la Revolución. No había evento al que no le pusiera todas las ganas. No lo sabemos, pero seguramente organizó alguna pastorela en diciembre y el intercambio de regalos. La pandemia le dio al traste con su vocación de organizador de bailes, bodas, XV años y banquetes, y no se pudo poner a planear el megafestival del Día del Niño ni el Día de la Madre de la cuatroté. Y entonces salió el peine: el IMSS es un desastre, no se compró equipo, todo se relegó para el final y ahora no saben por dónde truenan los problemas. Ahora tienen problemas en los estados y los delegados nombrados hace unos meses, por supuesto, no funcionan y están rebasados. No hay que olvidar que los nombraron en una tómbola. Los resultados de tener a un organizador de festivales a la cabeza de la seguridad social están a la vista. “Están cayendo como moscas”.
Marcelo Ebrard, el milusos.- Ya lo sabíamos. En la feria de la incompetencia que es el gobierno de López Obrador, el único que le podía hacer el quite en distintas labores era el canciller Ebrard. El tiempo, las adversidades y contratiempos de gobernar, la realidad y su complejidad, han convertido a Ebrard en el hombre orquesta, pero más que eso parece que será quien empezará a gobernarnos.
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