Ni a ti ni a mí, ni a persona alguna nos gustan los conflictos. Sin embargo, es una realidad que nuestra vida está llena de ellos. No sabemos cómo enfrentarlos y poco nos educan para hacerlo.
Un conflicto es un desacuerdo persistente entre personas, es un choque de opiniones, intereses, egos, incompatibilidad, discusiones o diferencias… pero en el fondo todo eso es reflejo de la necesidad oculta de tener la razón.
Pienso que todo problema tiene casi siempre una o varias soluciones. El problema está en nosotros, que no estamos abiertos a plantear, analizar y llevar a cabo estas soluciones.
Los conflictos pequeños y grandes de nuestra sociedad podrían solucionarse si cada uno de nosotros nos enfocáramos a buscar la salida y no el laberinto.
Comparto contigo algunas estrategias recomendadas por Raimon Samsó en la revista El País, que pueden ayudarte a resolver un conflicto de cualquier tipo en tu vida diaria:
– Dejar de hacerlo más grande: empeorar las cosas no es parte de la solución, sino del problema. Centrarse en reducir las diferencias es más útil que aumentarlas.
– Cuando lo de siempre no funciona, toca hacer otra cosa. Las crisis auténticas lo son de falta de imaginación y creatividad.
– Dejar de alimentarse de viejas creencias. Cuando no se es capaz de pensar en nada diferente no se encuentran salidas diferentes.
– Actuar más y no perderse en las explicaciones. Teorizar en las explicaciones para entender no significa que sirva para llegar a un acuerdo: mejor actuar.
– Buscar puntos de acuerdo y no de desacuerdo. Dedicar casi toda la sesión de negociación a lo que se está de acuerdo facilita después resolver los puntos de desencuentro.
– Pasar del detalle a lo global. La perspectiva amplía el punto de vista y permite ver detalles que antes no se consideraban.
– Cambiar el vocabulario. Hay expresiones y palabras negativas que no ayudan a resolver y otras positivas que sí.
– Dejar de juntarse con los que tiran balones fuera. Es obvio que no conocer cómo resolver conflictos, mejor frecuentar personas que sean responsables.
– Hacerse buenas preguntas: ¿Cuándo aparece y cuándo desaparece?, ¿dónde, con qué frecuencia y con quien aparece?, ¿qué hace que vaya mejor o peor?, ¿de qué sirve?, ¿qué puedo hacer yo?
Esto lo podemos aplicar en los diferentes ámbitos de la vida: nuestro matrimonio, con los hijos, en el trabajo.
Pregúntate muy sinceramente si eres una persona que constantemente buscas o creas problemas, o, por el contrario, eres alguien que prefiere encontrar cómo solucionar los conflictos.
Si es así, te felicito. Si eres de las primeras, hoy puedes empezar a cambiar y tus relaciones con los demás mejorarán de inmediato.
Te puede interesar: Señales de que tu matrimonio está en problemas
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com