Un humor que sabe interpretar con ingenio los peores momentos por los que atraviesa nuestro pueblo; pues bien, en el caso de la epidemia del coronavirus, ese humor tan singular se manifiesta fabricando piñatas.
Desde siempre me ha causado admiración muy especial el humor de nuestra gente.
Un humor tan peculiar que se manifiesta –valga el ejemplo– el Día de los Fieles Difuntos cuando es el pueblo quien, literalmente, se burla de la Muerte al comerse calaveras de azúcar o remojando el pan de muerto en una taza de chocolate.
Un humor que sabe interpretar con ingenio los peores momentos por los que atraviesa nuestro pueblo; pues bien, en el caso de la epidemia del coronavirus, ese humor tan singular se manifiesta fabricando piñatas que representan el germen letal.
Que nuestro pueblo se resigne o se burle del coronavirus fabricando una piñata cuyo destino es ser destrozada a palos nos parece algo natural e incluso folklórico.
En cambio, lo que no solamente nos parece malo sino más bien pésimo es que nuestro gobierno no lo tome en serio y que prefiera mirar hacia otro lado.
Especialmente si tomamos en cuenta lo que están haciendo en otras partes del mundo.
En China –donde se originó la pandemia– tan alarmados están que fueron capaces de construir un hospital en tal sólo 10 días.
En Italia, se ha paralizado el país y en Alemania las autoridades han declarado que corre riesgo de contrario más del 60 por ciento de la población.
España ha tomado ya medidas encaminadas a evitar que el virus se propague, especialmente después de que varios personajes de la vida pública han dado positivo en las pruebas.
Y no digamos Estados Unidos en donde el presidente Donald Trump decidió aislar al país prohibiendo que, durante 30 días, aterricen en su territorio vuelos procedentes de Europa.
Una medida drástica que, en cierto modo, han imitado varios países de Hispanoamérica.
Sin embargo, aquí en México, no pasa nada…
Quizás quienes se encogen de hombros mirando hacia otro lado piensan que se trata de un cuento inventado por los viejos adversarios o sea los conservadores y los neoliberales.
Una actitud torpe y en cierto modo suicida que mucho nos recuerda a la que adoptó el entonces presidente Miguel de la Madrid quien –después del terremoto de septiembre de 1985– despreció la ayuda que le ofrecía la comunidad internacional y es que, según dijo en aquella ocasión dicho mandatario, México era autosuficiente y podía salir adelante sin ayuda de nadie.
Actitud torpe y suicida que acabamos pagando muy cara.
¿Volverá a repetirse la misma torpeza?
Consideramos que es de vital necesidad que al pueblo se le hable con la verdad y que se le informe sin tratar de ocultar la tragedia que estamos a punto de padecer.
Por lo pronto ya han empezado las compras de pánico, especialmente en lo que se refiere de alimentos no perecederos.
No obstante, si se continúa adormeciendo al pueblo con el manoseado estribillo de que “se tienen otros datos”, muy pronto el gobierno acabará perdiendo la poca credibilidad que aún conserva.
Y lo peor del caso es que, si se reconoce la magnitud del problema cuando ya sea demasiado tarde, serán miles los que requieran ser atendidos en los hospitales.
Y tal como están los problemas dentro del Sector Salud, si se presentase una emergencia de última hora, las camas serían insuficientes.
Y si acaso –remota posibilidad– no fuesen insuficientes las camas… ¿Correrían los contagiados la misma triste suerte que corrieron los que murieron en el hospital de Pemex de Tabasco?
Hay que desengañar al pueblo y abrirle los ojos para que tome conciencia del grave momento que estamos viviendo.
Pedir que se desengañe al pueblo y que se le abran los ojos no significa ser adversario político; más bien significa que quien lo hace adopta la actitud patriota de quien advierte de un peligro para que éste se vea reducido a su mínima expresión.
Desengañar al pueblo, abrirle los ojos y tomar las medidas sanitarias más convenientes.
Solamente así, echando mano de los recursos que nos brinda la medicina, lograremos vencer al virus.
¿Verdad que esto es mucho más efectivo que darle de palos a una piñata?
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