Un día, una vida

 La llaman aventura, reto, irresponsabilidad, casualidad, mal menor y anacronismo estrepitoso en esta postmoderna e individualista agonía del siglo XX.


Padre autoridad


Algunos apelativos –no su disfraz, que la convierte en una simple función de engendrar– la definen desde siempre como una misión comprometedora, y hoy lo es aún más. Ayer, el padre era la autoridad indiscutible; la madre, el alma de la casa, y los hijos, personajes confiados en la experiencia paterna, obedecían calladamente, sin pedir explicaciones.

Hoy, las mujeres quieren ser como los hombres y… ¿los hombres? ¡Caray, qué trabajo les cuesta mantener la dignidad y la responsabilidad en esta lucha tan incongruente! Mamá trabaja: no hay dinero que alcance. Los muchachos exigen más y solicitan explicaciones de todo; además, no quieren marcharse de casa aunque tengan 30 años. Papá pone la lavadora, lleva a los niños a la escuela, plancha sus camisas, va al pediatra, ayuda a resolver dudas escolares…

Las personas maduras suelen decir a los jóvenes: “En mis tiempos, eso no sucedía”. No obstante, nuestros tiempos son estos, los de hoy; quizá mejores en algunos aspectos, tal vez peores en otros, pero estos son los únicos que tenemos.

Y hoy, en nuestro tiempo, la paternidad no es tarea sencilla; menos aún cuando muchos padres están solos con sus hijos. Hablemos de esto y, de paso, ahondemos un poco en la caballerosidad, esa cualidad que parece extraviada en el polvo del medioevo.

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 * Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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