En estos tiempos en los que cada quien quiere hacer lo que más le plazca y en el momento en que se le antoja, debemos educar a nuestros hijos para que sepan obedecer.
La obediencia es la virtud que nos puede salvar la vida y también a nuestros hijos.
Además, es un tema tabú pues la mayoría de las mamás y papás, en algún momento de la vida, padecemos pues nuestros hijos se vuelven retadores y nos cuestionan por todo.
Es importante comenzar a educar a nuestros hijos en esta virtud lo más temprano posible.
Primero. Educar en virtud es un proceso personal.
Es importante comprender que cada persona es diferente y por lo mismo es necesario pensar en estrategias personales para cada hijo.
Algunos son más emotivos y requieren de palmadas para seguir intentando, otros más bien requieren disciplina para adquirir la virtud.
Lo importante es comprender que es un proceso y que no siempre va a funcionar todo lo que implementamos, pero todo es formativo y ayuda a nuestros hijos.
Es de sabios cambiar de estrategia si se ve que no está funcionando la que estamos implementando y también es muy bueno revisar constantemente el proceso de cada hijo para ver si es necesario dar un paso más en su formación.
Cuando nuestros hijos son más grandes, podríamos platicar con ellos para que lo comprendan también y se esfuercen por alcanzar la virtud.
Segundo. Comienza por dar instrucciones concretas.
Cuando nuestros hijos son pequeños, es muy común que no comprendan completamente lo que les decimos por lo que es importante saber darles las instrucciones concretas y objetivas.
Esto requiere un poco más de esfuerzo de nuestra parte, pero vale la pena para que nuestros hijos puedan comprender lo que les decimos.
Esto nos ayuda con nuestros hijos en todas las etapas ya que también pasa lo mismo con los adolescentes.
Tercero. Asegúrate de que haya quedado claro.
Al terminar, es necesario asegurarnos de que nuestros hijos comprendan lo que les dijimos.
Pedirles que nos repitan lo que les dijimos puede ser un buen recurso cuando nuestros hijos ya tengan la capacidad adecuada de retención.
Cuando son pequeños, es bueno hacerles algunas preguntas que les ayuden a asimilar lo que les hemos dicho.
Para los pequeños deben ser instrucciones cortas y más concretas.
Cuarto. Estimúlalos para que obedezcan.
Es necesario revisar el proceso y que ellos se den cuenta que vemos sus avances.
Los estímulos pueden ser desde palabras de aliento hasta algún premio.
No es bueno que los premios sean muy constantes porque entonces nuestros hijos se acostumbrarán a hacer las cosas por conveniencia.
Otra forma de estimularlos es que aprendan a ofrecer sus esfuerzos y sus logros a Dios, eso le da un sentido trascendente a lo que hacen.
Y quinto. Que comprendan que el que obedece no se equivoca.
Cuando en el intento de obedecer, les da la tentación de hacer lo que ellos quieren porque piensan que es mejor o es más fácil, es muy probable que las cosas no salgan bien.
Es entonces cuando debemos hablar con ellos para explicarles que, en lo que tienen el criterio mejor formado y adquieren experiencia para discernir lo que es bueno de lo que es malo, es mejor obedecer.
Nosotros como papás nunca les pediremos que hagan algo que vaya en contra de su bienestar.
Esto aplica para toda la vida.
Sólo es necesario que estén conscientes de que lo único que no deben obedecer es lo que va en contra de la moral, las buenas costumbres y la fe.
Y recuerda que el ejemplo arrastra, así que procura ser congruente.
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