Ni feminismo ni machismo, simplemente humanismo

A la hora de decidir tomar acciones para combatir la violencia y generar una mejor sociedad, analizar las diferentes opciones que se proponen, algunas son muy atractivas, pero detrás de ellas hay otros fines.


Movimiento feminista


En estos días en los que destaca en los medios informativos la acción de ciertos grupos feministas para exigir acciones y detener la violencia en contra de las mujeres, hemos de estar de acuerdo en que buscar eliminar el crimen es una causa en la que todos debemos de participar, pero en la manera de hacerlo puede haber ciertas diferencias y por ello habría que analizar más a fondo las raíces del problema.

No hay duda de que muchos hombres han abusado de su condición de fuerza y de contextos culturales para abusar de la mujer en muchos sentidos, lo que ha generado en estos tiempos de mayor libertad una serie de reacciones, muchas de ellas muy positivas y justas, pero otras que no solamente son extremas, sino que resultan inclusive perjudiciales y contrarias a la misma condición de feminidad de las mujeres.

La condición natural de la humanidad es que hay hombres y mujeres, aunque la actual ideología de género pretende negar esta realidad tan evidente, y esto está claramente establecido por la biología que marca no solamente con características físicas totalmente definida las diferencias de los sexos, sino por condiciones psicológicas que, en ocasiones son ventajosas para los hombres y otras para las mujeres, e inclusive en ciertas habilidades que en forma natural se dan mejor para uno o para el otro sexo.

El tema de la violencia que en estos días ha dado pie a tantas polémicas sin duda plantea que la mujer se encuentra en general en desventaja respecto al hombre y, esto la pone en condiciones de potencial víctima como tristemente sucede en casos que indignan a la sociedad, pero no es exclusiva la violencia por parte del hombre, como lo apreciamos en otros casos. Según algunas estadísticas en los primeros 10 meses de 2019 se cometieron en México 28 mil 741 homicidios dolosos y 833 feminicidios, y cerca de 60 niños abortados al día sólo en la Ciudad de México, lo que magnifica la situación de la violencia pues son personas. Claro que además está el abuso sexual dónde claramente las víctimas son casi en su totalidad mujeres, aunque también hay muchos niños.

Bajo este concepto el machismo se considera una condición verdaderamente negativa, y lo es desde el punto de vista que considera al hombre superior a la mujer, en cambio el feminismo se aprecia como un movimiento extremadamente virtuosos y muy justo para la reivindicación de la mujer, y en principio lo podemos considerar así en cuanto pide el reconocimiento al derecho de las mujeres para participar y ser reconocidas en la sociedad por sus capacidades y méritos en condiciones iguales a los hombres.

Sin embargo es una realidad que muchos movimientos feministas han rebasado esta visión y han llevado el asunto a cuestiones ideológicas y políticas y de manejo del poder, pretendiendo llevar a la mujer a su plenitud, haciendo que la mujer adopte muchas de las actitudes negativas del machismo al que supuestamente debería combatir, como lo es el uso de la violencia, comportamientos que se criticaban a los hombres por su vulgaridad y falta de respeto, a un libertinaje sexual que tampoco se justifica en los hombres aunque haya sido practicado y hasta socialmente soslayado, a menospreciar a muchas mujeres que han decidido seguir una trayectoria que podríamos llamar más tradicional como es decidir dedicarse de tiempo completo a la educación de sus hijos y la administración de tiempo completo de un hogar sin un trabajo económicamente remunerado, y hasta promover el aborto como un derecho de la mujer desconociendo que no se le está amputando una parte de su cuerpo, sino que se le está quitando la vida a un ser humano que es su propio hijo. De esa manera ese tipo de feminismo que además tiene una gran fuerza económica, política y en los medios de comunicación es el que se va imponiendo aunque haya una gran mayoría de mujeres silenciosas, que sí quieren ser respetadas y reconocidas, pero no van de acuerdo con ese extremismo que en ciertos aspectos va contra su misma naturaleza.

Por eso creo que es tiempo de educar a las nuevas generaciones en un humanismo que en su esencia considere que tanto el hombre como la mujer son seres iguales en dignidad y, lo deben ser en respeto y en oportunidades, pero que hay diferencias que son complementarias y en ello radica la riqueza de la humanidad, que se refleja en forma natural al buscar el hombre y la mujer consolidar su plenitud en una familia donde ambos puedan entregar en su totalidad todas sus cualidades, físicas, intelectuales y espirituales para conformar una familia que después proyecte esos mismos valores a la sociedad, y que los hijos vayan creciendo sanamente no sólo de cuerpo sino de espíritu.

Para alimentar este humanismo tenemos grandes pensadores de todos los tiempos y de todas las culturas, y en nuestra tradición occidental sin lugar a dudas como centro de esta riqueza el humanismo cristiano que no debemos de olvidar por su patrimonio espiritual y cultural, así como por su gran influencia en el ámbito social.

Por eso es importante a la hora de decidir tomar acciones para combatir la violencia y generar una mejor sociedad, analizar las diferentes opciones que se proponen, o ser nosotros mismos actores de acciones positivas, ya que algunas veces se nos pueden presentar algunas de estas opciones como muy atractivas, pero detrás de ellas hay otros fines que a la larga resultan perjudiciales para la sociedad y para las mismas mujeres, y para tomar una decisión saber que el grupo organizador del día sin mujeres, en contrasentido de la violencia que dicen querer eliminar, son promotoras del aborto que es una violencia contra los vivos no nacidos.

Las circunstancias pueden cambiar y muchas cosas se van modificando en nuestra vida cotidiana, pero siempre debemos buscarnos el tiempo de profundizar y reflexionar si las propuestas más difundidas son realmente positivas o detrás de ellas hay otros fines y, sobre todo si van de acuerdo a los auténticos valores que permanecen siempre por su valor intrínseco.

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