La muerte del papa Francisco ha abierto en Roma un paréntesis sagrado, denso de rituales, emociones y decisiones cruciales para el futuro de la Iglesia católica. El fallecimiento del pontífice argentino no sólo ha activado el protocolo centenario de la sede vacante, sino que ha provocado una conmoción global seguida por millones con el corazón en vilo. Entre campanas fúnebres, procesiones solemnes y reuniones discretas de cardenales, el Vaticano vive días de duelo y transición, al tiempo que el Jubileo del 2025 –convocado por el propio Francisco– sigue en marcha como señal de continuidad y esperanza.
“No conocí otro Papa que no fuera él. Siento que perdí a un abuelo… pero también tengo esperanza. Sé que la Iglesia seguirá adelante”, dice entre lágrimas Marco Giannelli, un joven italiano de 23 años que viajó desde Florencia para despedirse de Francisco. Marco pasó la noche en vela a las puertas de la Basílica de San Pedro junto a cientos de fieles, rezando el rosario bajo la luna. “Estar aquí es mi manera de decirle gracias. Y de pedir por el próximo Papa”, añade. Su voz encarna el sentimiento compartido por miles en Roma: una mezcla de dolor sereno y fe activa.
La sede vacante: una liturgia de siglos
Con la muerte de Jorge Mario Bergoglio el pasado 21 de abril, a los 88 años, el Vaticano entró en sede vacante. El camarlengo, cardenal Kevin Farrell, verificó el deceso en Casa Santa Marta y retiró el Anillo del Pescador, símbolo de autoridad pontificia. El cuerpo fue velado en un féretro sencillo, y los rezos comenzaron en cada rincón de la ciudad eterna. Durante tres días, la capilla ardiente en San Pedro recibió más de 30 mil visitas diarias, muchas de ellas en silencio, otras entre lágrimas y cánticos espontáneos: “¡Gracias, Francesco!”.
Congregaciones: el Colegio Cardenalicio en deliberación
Mientras el mundo lloraba, los 135 cardenales electores iniciaron sus congregaciones generales. Presididas por el cardenal Giovanni Battista Re, y guiadas logísticamente por Farrell, estas sesiones han servido para delinear el calendario del funeral, acordar temas de gobierno temporal y, sobre todo, esbozar los rasgos del próximo pontífice. “Se habla más de perfil que de nombres”, comentó un purpurado africano bajo anonimato. Se destacan llamados a continuar la agenda sinodal de Francisco, así como posturas más conservadoras que piden una “reafirmación doctrinal clara”.
Una de las tensiones emergentes ha sido el caso del cardenal Angelo Becciu, quien pese a haber sido sancionado por Francisco, asistió a las congregaciones e insiste en su derecho a votar. Esta controversia ha reabierto viejas heridas en la Curia romana y tensionado el ambiente, aunque por ahora se ha optado por la discreción.
El funeral: una ceremonia global
El 26 de abril, la Plaza de San Pedro será escenario del funeral papal presidido por el cardenal decano. Se espera la presencia de más de 50 jefes de Estado, entre ellos Donald Trump, Javier Milei, Emmanuel Macron y el príncipe William. La liturgia será sobria, como quiso Francisco, y concluirá con un gesto inédito: su entierro no será en las grutas vaticanas, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, junto a la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, a quien encomendó su último aliento.
Camino al cónclave: entre polarización y necesidad de unidad
El cónclave, previsto entre el 6 y el 11 de mayo, será uno de los más diversos de la historia: 135 cardenales de 71 países, de los cuales 108 fueron nombrados por Francisco. Esta heterogeneidad refleja una Iglesia global, pero también plantea desafíos. El consenso será difícil: ni el bloque reformista ni el conservador tienen los dos tercios necesarios (90 votos). El perfil deseado, según varias intervenciones, es el de un “pastor con visión global, firmeza doctrinal y cercanía con el pueblo”. Nombres como Pietro Parolin, Matteo Zuppi, Jean-Claude Hollerich o incluso algunos latinoamericanos están sobre la mesa.
El sínodo en suspenso: reformas detenidas
El proceso sinodal iniciado en 2021, que debía culminar este año con la exhortación apostólica del Papa, queda en pausa. Será el nuevo pontífice quien decida su destino. Las reformas propuestas –como una mayor participación de mujeres o el rol de los laicos– dividen opiniones. Para el cardenal Grech, secretario general del Sínodo, “la sinodalidad ya es irreversible, aunque su aplicación dependerá del nuevo Papa”. Este punto será clave en las discusiones cónclaves.
El jubileo continúa: un legado vivo
El Jubileo 2025, bajo el lema Peregrinos de la esperanza, sigue su curso. Roma espera millones de peregrinos, y la organización vaticana mantiene intacto su calendario. La apertura de la Puerta Santa de San Pedro –presumiblemente realizada por Francisco antes de morir– ha marcado simbólicamente este Año Santo. Los eventos jubilares se convierten ahora en tributo vivo al pontífice fallecido, cuyas palabras finales resuenan: “Un mundo colmado de esperanza es más bello”.
Estos días quedarán grabados en la memoria colectiva. El papa Francisco se va dejando una Iglesia más abierta, más global, más incómoda pero también más viva. Roma, una vez más, custodia el misterio de la sucesión apostólica entre lágrimas, cantos y vigilias. Pronto resonará el Habemus Papam, y con él, comenzará un nuevo capítulo. Por ahora, como repite Marco al salir de San Pedro: “Habemus spem”. Tenemos esperanza.
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