Culpar a los gobernadores del disparado índice de violencia, criminalidad y delincuencia de cuello blanco o percudido, es como culpar a Caperucita por el atrevimiento de ir por el bosque habitado por el lobo.
Admiración por AMLO
Una de las cosas que este escribano más le admira al presidente López, es su agilidad mental y la velocidad con la que expresa un concepto, acusa a alguien, señala con el flamígero, y en fracción de segundos, desdecirse, negar que dijo algo, desviar la atención del tema central y divagar eternidades, platicar de béisbol o culpar al papa.
Las recientes tensiones entre el mandatario y los gobernadores que no asisten a las reuniones de seguridad, hizo que este amanuense sacara del arcón de los recuerdos de la agüe, algunos de los “dichos” (refranes, para nuestros lectores en Asia y Oceanía) con los que solía calificar las cosas.
De inicio, culpar a los gobernadores del disparado índice de violencia, criminalidad y delincuencia de cuello blanco o percudido, es como culpar a Caperucita por el atrevimiento de ir por el bosque habitado por el lobo, y echarle pleito a la abuela por vivir en una zona de alta inseguridad. No se vale.
A esas actitudes, mi santa agüe les denominaba como “pleito ranchero”, que significa culpar a otros de los errores propios; aunque también acostumbraba decir –cuando la gravedad de los temas aumentaba– “de la que perra es brava, hasta los de casa muerde”. Y si el culpable metía la pata y señalaba a cualquier otro, la agüe buena y sabia, espetaba: “De que la partera es mala, le echa la culpa al niño” (bueno, lo decía con otra frase que la censura nos impide reproducir).
Las inasistencias
Con enorme asertividad, el gobernador de Guanajuato se apresuró a revirar, al sostener que él no asistía porque en esas reuniones no se decidía nada aparte de tomar café, tecito y galletitas; y de vez en cuando, el presidente invitaba los sopes y el menudo.
Mientras, Francisco Domínguez en su rol de presidente de la CONAGO señaló que no se vale tampoco “politizar” o “partidizar” las dichosas sesiones (https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2019/12/19).
Los periodistas Néstor Jiménez y Fabiola Martínez, de La Jornada capturaron los detalles. La primera evidencia del “pleito ranchero” se centró en señalar que los gobernadores se conviertan en el Poder Ejecutivo-Policiaco de sus entidades, para que no deleguen los temas de seguridad. La otra parte fue echar a andar el modelo homilético de siempre: Denle prioridad al combate a la corrupción de los policías y tracen una línea clara entre autoridades y delincuencia. Es decir, el asunto está resuelto.
La liturgia se complementó con la consigna del secretario Durazo: “O le atoramos todos o fracasamos por separado”. Profundo e intenso, como para que los gobernadores “no se laven las manos”. ¡Clarísimo!
Romántico idealismo
La estrategia del Ejecutivo fue diáfana: la seguridad, en el centro de la atención a esa demanda. Atender el problema todos los días. Perseverancia y atención directa de las más altas autoridades. No delegar la atención del problema de inseguridad y violencia, y asumir el tema de “manera directa”. Todo esto, para lograr la “unidad nacional”, el trabajo conjunto y en unidad.
Agregó que es necesario “mejorar el desempeño” de los policías estatales y municipales” –aunque no reciban presupuesto federal–, y esto es ciertísimo, además de aumentar el número de elementos e invertir en ellos, aunque las entidades estén “pariendo chayotes” y no tengan para los aguinaldos. ¡Magnífico!
El remate del titular de seguridad fue apoteósico: Un año “difícil en seguridad”; “…evidentemente no se han logrado los resultados deseados”; pero “se han mejorado los instrumentos del Estado para atenderlo.
Interrogantes
1. Si la seguridad está en el centro de la atención presidencial; si hay juntas todos los días de la semana; si el gabinete de seguridad persevera y ocupa el más alto rango de autoridad en la materia; si esos funcionarios lo han asumido “de manera directa”; si con la creación de la Guardia Nacional se ha mejorado el desempeño de los elementos y el número de estos ha crecido…
2. Entonces, ¿por qué las cifras de criminalidad se han disparado hasta las nubes?
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