México carece de un marco normativo que permita frenar el tráfico de arte sacro y recuperar las piezas robadas, por lo que es indispensable crear catálogos de estas piezas.
El robo y tráfico de arte sacro se ha convertido en uno de los negocios ilícitos más lucrativos del mundo, aseguró Javier Martínez Burgos, académico de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, lo que coincide con lo señalado en un reporte del Centro Católico Multimedial de que en México de 2007 a 2019 los delitos al interior de los templos se incrementaron en más del 12 por ciento, agraviando entre 26 a 28 templos semanalmente.
De acuerdo con el catedrático de la UNAM, esta práctica ilegal inició en los años 90 del siglo pasado para financiar al narcotráfico, y hasta el presente las denuncias por venta de arte sacro son mínimas, “no hay datos reales” pues tan sólo en los últimos 10 años únicamente se registraron 200 denuncias en nuestro país.
Por su parte, datos del CCM indican que se tiene conocimiento de la mayoría de los delitos cometidos en el interior de las parroquias en el país por la información derivada de las mismas fuentes diocesanas o, bien, por lo publicado en los medios de comunicación.
Añade que son escasos los resultados de las indagatorias de las denuncias hechas ante las autoridades y que especialmente se han dado quejas contra las autoridades ministeriales que no devuelven los montos robados a las iglesias afectadas, “muchas veces, las víctimas no tienen efectiva reparación del daño”.
Destacó que los Estados con el mayor número de casos respecto a la inseguridad en templos son Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Veracruz, Ciudad de México, Tabasco y Zacatecas.
Robo sacro, gran negocio
El arquitecto Javier Martínez Burgos, extitular del Departamento de Bienes Culturales del Patrimonio Universitario de la UNAM, mencionó que en 2009 la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) informó que el comercio ilegal de las piezas de arte sacro en América Latina ascendía a 20 millones de dólares mensuales.
“Algunos museos propician el tráfico cuando pretenden formar o incrementar sus colecciones sin importar de qué manera”, explicó. En esta cadena el narcotráfico encuentra un modo de lavar dinero, al adquirir estos bienes de alto valor, al tiempo que conforman una colección exclusiva, subrayó.
Martínez Burgos indicó que ciertas galerías de arte en México son parte de este ilícito: adquieren piezas de invaluable valor a bajos precios y las revenden en el extranjero con jugosas ganancias. “Son vistas como una inversión segura y fácil de extraer, porque su mercantilización no está regulada”.
Resaltó que estas transacciones eran tan fáciles y las obras tan valiosas, que se empezó a convertir en un negocio. “Hoy, 30 años después, por encargo hay quienes se dedican a hacer catálogos de las piezas que hay en las comunidades para después ofertarlas”.
El también restaurador de la Academia de San Carlos y de los palacios de la Autonomía y Medicina enfatizó que México tiene aproximadamente 400 años de producción de arte sacro en la que existen desde grandes obras pictóricas y escultóricas, hasta objetos y utensilios cotidianos de los ritos religiosos.
Destacó que es los mexicanos debemos valorar este arte, hacer conciencia de su importancia y la implicación de su pérdida para el patrimonio nacional. En algunos casos, consideró, representan “el extravío del espíritu de una comunidad, que la dignifica y le da origen”.
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