Elección judicial, un conflicto ético que resolver

Por primera vez en la historia de México, y no tanto por necesidad democrática y clamor popular, sino más bien, atendiendo a los caprichos y deseos dictatoriales del entonces presidente López Obrador, los ciudadanos mexicanos estamos llamados a acudir este año a las urnas “a elegir democráticamente” a Jueces, Magistrados y Ministros del Poder Judicial de la Federación, además de Jueces y Magistrados locales.

En la que seguramente será una de las páginas más tristes de la historia de la nación, estaremos siendo testigos del desmantelamiento del Poder Judicial, y con ello el final de un México con un gobierno con división y equilibrio de poderes.

Desde hace meses, con una mayoría legislativa arrebatada al Estado de derecho, el Ejecutivo de la nación ya tiene el control del Poder Legislativo, con la reforma constitucional que nos lleva a la “elección popular” del Poder Judicial, pone en bandeja de plata al presidente de la república el control total de los tres poderes de la unión.

En lo personal, me gusta ser testigo de cambios y de “primeras veces”, pero en esta ocasión, me da vergüenza testificar el final de la democracia y la división de poderes en México.

Con el control de los tres poderes por parte del presidente, por lo pronto Sheinbaum, el gobierno se vuelve amo y señor de bienes y vidas, no habrá ley ni poder que lo impida.

Por lo pronto, el pasado día primero de este abril, dieron inicio las campañas de los aspirantes a ocupar algún espacio en el poder judicial, y no pudo ser más escandaloso. Las imágenes absurdas, la carencia de propuestas, los videos simpáticos o escandalosamente irrisorios, los candidatos con pasado delincuencial y de corrupción, etcétera, han sido el tema de la semana.

Ahí tenemos desde el abogado de la llamada Iglesia Luz del Mundo, que tiene a su líder inmoral en la cárcel sentenciado por la práctica del abuso sexual como actividad ordinaria, o varios representantes legales del crimen organizado, otros abogados que ya han sido expulsados del Poder Judicial por cometer actos de corrupción, ahí tenemos también a la autollamada Dora la transformadora, o la que se proclama la ministra del pueblo, o el que dice estar más preparado que un chicharrón, y uno que aspira a ser el magistrado de los rokeros ofreciendo que con el todos los rokeros tendrán lugar, entre otros muchos ejemplos de lo maltratada, burlada y denigrada “democracia mexicana”. Para vergüenzas no ganamos los mexicanos.

Además, dada la inexperiencia en elecciones de este tamaño, las limitaciones económicas con que en forma alevosa el ejecutivo ha limitado al Instituto Nacional Electoral (INE), las limitantes que tiene el INE para fiscalizar el origen y monto de los gastos de campaña, el descarado desacato del ejecutivo y legislativo a las reglas acordadas por el INE, las complicaciones que tendrán los ciudadanos para localizar las casillas que no estarán en donde siempre y serán muchas menos que en 2024, la falta de funcionarios en las casillas, y sobre todo, por el simple hecho de que el cómputo no se va a realizar en las casillas, la elección judicial será muy cuestionada.

Reconozco que por otro lado están algunos mexicanos de bien que a pesar de que saben que se están enfrentando a todo el régimen cuatroteista se han inscrito como candidatos a algunos espacios en el poder judicial, mismos que no contaran con la fuerza, el dinero y la movilización que desde el gobierno y el crimen organizado le están dando a sus candidatos.

Ni las formas, y menos el verdadero fondo de la elección me gustan, me parece un engaño a la tradición constitucional de nuestro país, por ello me ofende tan solo pensar en que eso podría salir bien para los mexicanos.

Por ello sostengo que la elección judicial es un verdadero conflicto ético para los que nos consideramos demócratas.

Entonces, en un lado de la balanza tengo el no participar en las elecciones del primero de junio para no ser cómplice de un atraco a la constitución, pero en el otro lado, debo poner mi espíritu y convicción democrática.

Siempre, a lo largo de más de 49 años, he impulsado la participación ciudadana en todas y cada unas de las oportunidades que haya para hacerlo, creo firmemente en que es a través del voto ciudadano como deben resolverse los problemas de nuestro país, está en mi naturaleza, me considero un ciudadano demócrata responsable.

Entonces, solo me queda discernir en dónde está el bien común y tomar una decisión …

En mi concepto, y sin dudarlo puedo afirmar, el bien común no está en la realización de una elección sustentada en una ambición dictatorial de apoderarse de los tres poderes de la unión, al contrario, ahí solo está el mal para los mexicanos, pues con un Poder Judicial a modo se permitiría a una camarilla de cuatroteros apoderarse de la vida y la propiedad de todos nosotros.

Te invito a que, pensando en el bien común, revises lo que realmente representa esta burla electoral y actúes en consecuencia, yo no iré a votar y estaré denunciando cuanta trampa vaya viendo en el camino a la elección y los días posteriores.

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