Las sandalias del pescador

Con motivo de la enfermedad que aqueja al oapa Francisco y que, al irse complicando, lo obligó a permanecer más de un mes en el Hospital Gemelli, se desataron las más diversas especulaciones.

No es la primera vez que eso ocurre. Siempre que la vida de un pontífice está en peligro, los periodistas echan a volar su imaginación presentando incluso los nombres de los posibles sucesores.

Es aquí cuando viene a nuestra memoria una película que vimos hace más de medio siglo y que resulta oportuno recordar en estos momentos.

La película lleva por título “Las sandalias del pescador”, tenía como protagonista principal al actor Anthony Queen y se basaba en la novela del mismo nombre cuyo autor es Morris West.

El argumento gira en torno a un arzobispo ruso prisionero en un campo de concentración que es liberado y enviado a Roma donde lo hacen cardenal para posteriormente ser elegido Papa.

Aquí lo más valioso es la envidiable técnica cinematográfica con que se presentan los funerales del Papa difunto, como se prepara el cónclave, como entran los cardenales en la Capilla Sixtina y como se lleva a cabo la elección.

Todo está elaborado con tal maestría que, al menos esa parte de la película, puede ser considerada como un completo reportaje acerca de lo que ocurre entre el fallecimiento de un Papa y la elección de quien habrá de sucederle.

Ahora bien, hay que decirlo todo: La segunda parte de la película deja mucho que desear pues presentan a un pontífice que, comportándose como vulgar demagogo del Tercer Mundo, decide vender todos los bienes de la Iglesia para aliviar el hambre de millones de chinos.

Una decisión que no tiene ni pies ni cabeza pues ni todos los bienes de la Iglesia aliviarían el hambre de los chinos y ni mucho menos el Papa es el dueño de dichos tesoros de los cuales no es más que un simple administrador.

Quitando eso –que es bastante grave- la primera parte de “Las sandalias del pescador” es un completo documental de lo que ocurre en el Vaticano durante esos momentos de incertidumbre.

No obstante, el hecho de que un cardenal sea Papa no lo pone a salvo de sus bajas pasiones ni mucho menos lo libera de ser pecador.

Eso explica cómo, a lo largo de la historia, los cardenales no siempre han elegido al mejor sino que en ocasiones le han dado su voto a sujetos que han dejado mucho que desear.

Son los cardenales quienes eligen al Papa. El Espíritu Santo respeta el voto que emite cada uno de ellos y es así como hay ocasiones en las que el elegido no es el mejor.

Sin embargo, esto es providencial, puesto que, al permitir que el elegido no sea precisamente el mejor, el Espíritu Santo quiere demostrar cómo –a pesar de las torpezas, bajas pasiones e intereses creados de algunos cardenales- la Iglesia siempre saldrá adelante.

Ya lo decía el historiador Arnold Toynbee: “Si la Iglesia sólo fuera una obra humana, ya los mismos Papas la habrían destruido”

Una vez que un cardenal ha sido elegido Papa, a partir de ese momento, cuenta con una asistencia muy especial del Espíritu Santo quien impedirá que ataque el dogma o caiga en herejía.

Casos ha habido y viene a nuestra memoria Clemente XII quien, a principios del siglo XVIII, fue elegido con avanzada edad y casi ciego. Gobernó la Iglesia durante diez años y a él se debe la primera condena a la Masonería.

¿Quién gobernaba la Iglesia en esos momentos ¿Acaso un Papa anciano y ciego a quien le tenían que llevar la mano para que firmase las bulas? ¿O gobernaba más bien el Espíritu Santo inspirando a quienes rodeaban al Sumo Pontífice?

En fin, que el tema de los cónclaves es extenso e inagotable.

Más vale dejarse de especulaciones que suelen fallar en la mayoría de los casos y recordar aquel viejo dicho según el cual “quien al cónclave entra Papa, del cónclave sale cardenal”.

Viejo dicho que confirman los tres últimos cónclaves: ¿Quién se imaginaba que sería elegido un cardenal polaco de 58 años llamado Karol Wojtyla? ¿Quién se imaginaba que, a los 78 años, sería elegido el alemán Joseph Ratzinger? ¿Y quién podría apostar por Jorge Mario Bergoglio, un argentino de 76 años?

Ojalá que estas reflexiones serenen los ánimos y aclaren dudas.

Por lo pronto lo más sensato es orar por la salud del Papa Francisco y, cuando llegue el momento, pedirle a Dios que los cardenales sepan ser fieles a las inspiraciones venidas desde lo Alto.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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