También en el caso mexicano el simplismo es muy peligroso.
Venezuela ha estado en crisis político-social desde hace varios años, y no es difícil entender por qué. Los gobiernos del difunto Chávez y de su sucesor Maduro, han estado destrozando la economía del país, imponiendo una dictadura con nefastas consecuencias. Muchos venezolanos han abandonado su patria, huyendo de ese régimen opresivo que la destruye. Las protestas sociales se entienden muy fácilmente, pues los hechos han sido evidentes. Pero, ¿los demás, que están hechos un polvorín encendido o en potencia?
Ecuador en problemas, Brasil en problemas, Argentina en problemas, Perú en problemas, Chile en problemas, Nicaragua en problemas, y se suman Bolivia en problemas y Colombia en problemas. En todos, hay descontento, hay también cambios de gobierno, crisis económicas, resentimientos populares que han explotado o pueden explotar. Mucha confusión, sobre todo, tanto dentro de ellos como fuera.
Otros países tienen diferentes condiciones y no han estallado ni parecen estallar en un futuro previsible, como Uruguay, Paraguay y los países pequeños del Caribe. En Centroamérica, hay relativa paz en Costa Rica y Guatemala, y en El Salvador y Honduras hay serios problemas de la delincuencia.
Cuando vemos manifestaciones en las calles, en donde hay manifestantes pacíficos y violentos en diferente forma y que no parecen ser los mismos, así como el extremo del vandalismo, ese que destruye por destruir, y de paso para causar problemas al gobierno, para mostrarlo como represor, nos preguntamos ¿qué ha ocurrido de pronto, para que todo eso pase?
Pues en realidad, no ha pasado de pronto sin que haya habido hechos previos que han dado lugar a los nuevos hechos de protesta y violencia callejera. Ha habido muchos errores políticos, de gobierno, de oposición y hasta de otros hechos llegados de fuera. Siempre hay antecedentes.
Y hay algo muy importante que tomar en cuenta, y es que no podemos generalizar, pues cada caso es distinto. En algunos los fracasos de la política han creado graves problemas económicos y monetarios como en Argentina y Brasil, en otros las acusaciones de corrupción han sido el detonante como en el Perú, otros vienen de un descontento social soterrado que de pronto explota con una forma de ¡basta! como en Chile. Hay también problemas electorales como en Bolivia. Y los hay de persecución religiosa como en Nicaragua. Pero en todos hay el elemento común de un mar de fondo de causas precedentes.
Tampoco se trata de asuntos sencillos que se expliquen simplistamente bajo la obsoleta geometría de izquierdas, centros o derechas, no. Aun dentro de las corrientes políticas que se identifican de esa manera, hay diferencias en liderazgos, ideologías y experiencias de gobierno, y, sobre todo, intereses. Aunque sí hay un elemento común en varios de esos gobiernos o corrientes y partidos políticos de la llamada izquierda, y es el Foro de Sao Paulo.
Intentar muy simplistamente, que todos esos problemas latinoamericanos se explican por la intervención de otros países, en especial de los Estados Unidos y de sus intereses económicos, lleva a errores de juicio. Ahora bien, que esa intervención extranjera interesada en sí misma existe, no hay duda, pero también la hay de otras naciones, como de Cuba, Rusia y de China, lo cual es parte de la historia mundial.
Pero aun así, las causas y los procesos socio-políticos son más complicados, nada simples, y tratar de explicar los hechos de protesta civil y la violencia de manera simplista, nos lleva a deducciones también simplonas e inválidas. Para entender, o al menos intentar entender la que parece ser una gran crisis política de nuestra Latinoamérica es necesario ver caso por caso. Bolivia no es Nicaragua, o Argentina no es Colombia y así los demás.
Es importante que, en México, como latinoamericanos, estemos al pendiente de lo que sucede o que puede suceder en los países hermanos. Pero para ello es imprescindible y eventualmente necesario que estemos informados, y que si está en manos de nuestras sociedades, movimientos sociales, partidos políticos y gobiernos ayudar en alguna forma a ir resolviendo esos conflictos nacionales, habrá que hacerlo con sabiduría. El caso del asilo mexicano a Evo Morales es precisamente uno más que cuestionable, la sabiduría y prudencia no se ven.
Aprender de toda esa problemática, es también importante para entender los nuevos procesos políticos del gobierno de López Obrador y de sus colaboradores cercanos, de sus asesores formales o informales, y de los intereses en abierta pugna de los grupos políticos de su partido Morena. También en el caso mexicano el simplismo es muy peligroso.
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