Urge hablar de la elección del Poder Judicial

Ante la vorágine de las amenazas de Trump, se ha perdido el foco en la política interior y en específico en lo que ha sucedido con la futura elección de los miembros del Poder Judicial. Este tema sigue relevante porque para bien o para mal marcará el rumbo de las instituciones en México.

Y ese rumbo es determinante para medir la salud interna de cualquier nación, porque aquellas que tienen mejores resultados en cuanto al Bien Común, la justicia, la seguridad, la economía y otros factores clave son aquellas que tienen instituciones fuertes. Estas instituciones son las que son la base para que los buenos políticos logren buenos resultados, pero también son el dique que contiene a los malos políticos cuando llegan a poder minimizando los daños de su actuar.

Se ha querido vender como esta “novedosa” forma de “renovar” a una de las instituciones fundamentales de cualquier república como es el Poder Judicial y que se nos quiere hacer creer que la supuesta democratización de la forma de llegar a los puestos de jueces, magistrados y ministros nos pone a la vanguardia de todas las naciones del mundo. Sin embargo, en este caso el ser el “único” que procede de esta manera, más bien demuestra que es un camino que ofrece pocas oportunidades de éxito incluso si se hiciera de una manera realmente “pura y sana”; pues la naturaleza misma de Poder Judicial es “juzgar y castigar” y, por tanto, resulta vicioso que los que ejercerán esas actividades que siempre resultan en menoscabo de una de las partes tengan que “ganarse la simpatía” de los votantes. Y claro, eso además deja abierta la puerta para que los delincuentes (que en teoría serían los más expuestos a llegar a un juicio) aprovechen para colocar afines (si con jueces que no llegaban por voto era posible la corrupción, con jueces que requieren ganar votos en campañas se anticipa ese escenario).

Asimismo, el desarrollo de este proceso electoral de ninguna manera está siendo “puro y sano” porque las irregularidades y fallas han sido la constante buscando dejar sólo afines al régimen. Y contrario a los que los mismos legisladores pusieron como candado de que todo debía hacerse al pie de la letra y que se cancelaba cualquier opción de actuar bajo el supuesto de la interpretación, se la han pasado haciendo “ajustes”, cada uno sería suficiente para descalificar el proceso. El Tribunal Electoral sin contar con ninguna autoridad para ello ha anulado las acciones del comité de selección del Poder Judicial y le asignó al Poder Legislativo que asumiera las funciones de aquel. El comité de selección del Poder Ejecutivo no cumplió con plazos ni con dar información completa y en Poder Legislativo ha hecho un circo de fallas en las tómbolas para las listas finales y no acaban de atinar a nada.

Por su parte, el Instituto Nacional Electoral que hace sólo un año era garante de la confiabilidad en las elecciones, hoy también se ha sumado entre voluntaria y obligadamente a las irregularidades. Es que parte de su misión resulta casi imposible porque es una elección complicadísima que involucra que el ciudadano eligiera a cientos de personas para cientos de puestos con una distribución geográfica que no tiene que ver con la geografía electoral natural. Eso llevó a hacer buscar “facilitar” la elección con un planteamiento en que “la pureza y la salud” de la elección resultan dañadas y no cumple con lo que se ha determinado en la Constitución, ya que no todos los ciudadanos tendrán el mismo derecho al momento de ejercer el voto y por tanto no todos los votos ciudadanos valdrán igual. El principio mismo de la democracia no se cumplirá puesto que la distribución de los diversos puestos de jueces y magistrados en los que cada distrito electoral será diferente.

Y la lista de formas en esta elección dista de ser “pura y sana” seguirá creciendo, sin embargo, va a realizarse y eso supone para los ciudadanos de buena voluntad una disyuntiva: ¿ignorarla por completo como parece ser el consenso o participar con voto en blanco? Y sí es importante analizar esta disyuntiva desde ya con familiares y amigos para que sea un primer paso que recupere la cohesión social y participativa que se logró en muchos círculos y segundo porque si requerimos una acción conjunta y organizada que mande un claro e inequívoco mensaje al gobierno que si contabiliza muchas boletas en blanco mediría quizá más abiertamente el rechazo, más allá del resultado esperado de la elección misma. Por ello, hay que iniciar esa reflexión y sumar a más personas a ésta.

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