¡Es la narcopolítica, estúpido!

Las crisis nos ofrecen oportunidades, por ejemplo, podemos cambiar el rumbo de las cosas como las hemos venido haciendo y esto se puede aplicar en la vida cotidiana de la gente, pero también en la situación que vive un gobierno, como en la actual “guerra de aranceles”. Trump busca complacer a sus votantes, quiere la cabeza de un narco, y ojo, la de un narco político. Todo el tiempo el presidente de Estados Unidos menciona que los aranceles contra México son por el asunto del fentanilo, y lo más grave, porque el gobierno mexicano mantiene una alianza con el narcotráfico.

Lo dijo Trump en su campaña, lo dijo Marco Rubio antes de ser secretario de Estado, lo dice la orden ejecutiva firmada y difundida ampliamente por la Casa Blanca. Pero en México no se pone el foco en el tema: “Es la narcopolítica, estúpido”, parafraseando la famosa frase que escribió James Carville en el cuarto de guerra del candidato presidencial Bill Clinton, para que pusiera el foco en lo estratégico y se olvidara de otros temas. Entonces Carville escribió en un cartel: “Es la economía, estúpido”.

Podemos hacer grandes especulaciones sobre las intencionalidades de Donald Trump, que por cierto he leído verdaderos disparates sobre ello; pero el punto está ahí: El presidente de EU realiza una estrategia política, a través de una herramienta económica. Sólo los diarios Reforma y el Universal en su edición del domingo 2 de febrero lo pusieron con todas sus letras: “Ve Trump Narcogobierno” (Reforma). Y El Universal tituló “25% por Narcogobierno”. Encabezados directos, concretos y contundentes, en ambos medios importantes de México.

El Plan A, B, C y demás que se habían construido en Palacio Nacional, podemos intuir que eran de carácter económico, por eso el gobierno quedó pasmado en las primeras horas y me temo que sigue pasmado; mientras el sector privado mexicano repetía el efecto económico, sin dimensionar el factor político. Lo que ha trascendido es que EU está en diálogo con los jefes de las fuerzas armadas mexicanas para actuar contra el crimen organizado. Lo hacemos en conjunto, lo hacemos nosotros, o lo hacen ellos. Ese es el mensaje central.

Pero como en México nos encanta el “realismo mágico” y el macondo, con frases rimbombantes distorsionamos la realidad, la cambiamos o la matizamos, pues no queremos ver. Tuvo que salir el vicepresidente James David Vance a poner el foco de atención en lo importante y escribió en su cuenta de la red social X, que:

“México envía toneladas de fentanilo a nuestro país. Canadá ha visto un aumento masivo del tráfico de fentanilo a través de su frontera. Hay tres formas de detenerlo. La primera es pedirlo amablemente, lo cual hemos hecho. No se ha llegado a ninguna parte. Ahora pasamos a la fase de consecuencias”.

Aquí la respuesta ha sido la generación de sesudos análisis de la economía, las consecuencias de los aranceles, los balazos en el pie; y sobre todo la respuesta de la defensa de la “soberanía”. Todo antes que reconocer que la estrategia de abrazos no balazos ha sido un rotundo fracaso. No se entiende en México, o no se quiere entender, que el crimen organizado ya nos ha quitado la “soberanía” en muchos rincones del país, porque todo el tiempo se les dijo que ellos debían ser protegidos porque también son pueblo y tienen derechos.

Hoy es muy redituable y podemos crear historias muy emocionales de cómo se están separando las familias de los migrantes en EU; pero no caemos en la cuenta de que la separación dolorosa y trágica ya ocurrió desde el momento en que se tuvieron que ir porque no había condiciones en su país para progresar; porque no había trabajo, y porque la violencia estalló en sus comunidades o porque simplemente han sido perseguidos por las dictaduras; esas que tanto admiran algunas mentalidades. Debo decir que conozco a jóvenes, a los que tuve el privilegio de dar clases en Centroamérica, que tuvieron que salir huyendo por la violencia contra ellos. De esa tragedia nadie habla.

Pero como dijimos al principio, las crisis son oportunidades. Sí, se requiere una enorme voluntad y fortaleza. Ante el crimen organizado, se debe organizar el gobierno de los tres países. Se debe abandonar ya la estrategia fallida de abrazos no balazos, y poner a las instituciones a trabajar con la rueda de la legalidad y la rueda de la cultura. Decir a las cosas por su nombre; por ejemplo, olvidarse de la frase “generadores de violencia” y llamar al pan, pan y al vino, vino; porque ese lenguaje ambiguo y suave frente a las conductas criminales, denota el miedo del gobierno, y en los hechos, refleja que la soberanía frente a estos grupos se perdió hace tiempo.

También puede acordarse el trabajo conjunto de las fuerzas del orden de Canadá, México y Estados Unidos para enfrentar con inteligencia un flagelo que está carcomiendo, no sólo a la economía, sino a la cultura, es decir al alma de muchas personas, y contra eso no hay balas ni policías que alcancen.

Hace tiempo el especialista en seguridad Eduardo Guerrero Gutiérrez, director General de Lantia Intelligence, ha dicho que debemos promover un futuro Tratado de Seguridad para América del Norte. “Un acuerdo indispensable y debe concretarse lo más pronto posible. Necesitamos apoyo exterior para vencer a los cárteles y a las mafias”.

Así que dejémonos de cuentos: “Es la narcopolítica, estúpido”

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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